Reside en España desde hace casi treinta años, tres décadas al servicio de la escritura más cotidiana -ha sido director de los diarios El Faro de Ceuta, El Telegrama o El Faro de Melilla- y de la creación literaria que volcó en relatos, novelas, poesías y la composición de canciones que interpretaron otros. "Yo no canto", puntualiza el argentino Carlos Salem (1959) en la puesta en marcha de una entrevista en la que realiza una breve reseña de "Cerveza-Ficción", un libro de relatos donde mezcla borracheras, delitos, humor y sueños que se presenta esta tarde, a partir de las 19:00 horas, en el Círculo de Bellas Artes de esta capital como aperitivo de la inauguración de la semana grande del Festival Atlántico del Género Negro.

Periodismo, poesía, narrativa de tintes negros... ¿Usted es un creador de extremos? Se lo digo por lo antagónico que pueden parecer algunos de esos géneros.

No crea... No hay tantas diferencias como parece. La novela de Raymond Chandler, por ejemplo, está llena de lirismo. Eso es una forma de contar con belleza. Una buena novela que no tenga lirismo es un reportaje... Sea negra, blanca, rosa o verde, una historia sin lirismo carece de un desarrollo del lenguaje o de un juego de palabras... Eso sería como llenar un cargador con todas las balas del mismo peso y lo bueno de una novela es que cada bala, cada frase, tenga un peso distinto. Carlos Zanón, que es uno de los grandes autores de novela negra en España, viene de la poesía.

Entiendo que usted es un defensor de las buenas formas literarias, concentradas en el lirismo que acaba de mencionar. ¿Cree que el lector valora esos cuidados?

No hay que confundir el lirismo con ser pegajoso... Hay unas formas líricas como las de Hemingway basadas en frases cortas y en cómo se dicen o no se dicen las cosas. Todo eso tiene que ver con la poesía. El problema es que existe la creencia de que la poesía es algo aburrido, pero la realidad es otra: hay mucha gente joven que se está acercando a la literatura a través de la poesía. Esa es una fórmula muy válida para expresar lo que le pasa, lo que siente, cómo es su relación con su país, con su entorno, con su familia... Un autor debe ser verosímil. La verosimilitud no tiene muchos secretos: yo te lo cuento, tú te lo crees. Si eso funciona ya tienes parte del camino hecho. A mí no me gustan los que escriben pesado y cargante. Eso no es poético, eso es ser un pedante. Poético es reunir en las cuatro palabras de una frase más poesía que en todo un libro.

Donde sí confluyen la novela negra y la poética social es en la crítica hacia el modelo, ¿no?

La novela negra es la novela política de los últimos 50 años. Supongo que si el que la crea es un señor de ultraderecha no va a tocar ciertos asuntos, pero lo normal es que se critique el modelo político anterior a la democracia y otros asuntos que están en nuestra memoria más reciente. No es lo mismo una historia escrita por mí que una elaborada por un nazi, porque en el mundo de la literatura siguen existiendo nazis. Si aún quedan en todo el mundo, alguno también se dedica a escribir libros... Hacer crítica social no es una obligación, sino un privilegio que hay que saber utilizar. La novela negra moderna ya no se centra en averiguar quién mató a quién, sino el conocer el por qué... En estos momentos importa mucho más el por qué que el quién.

¿Ese cambio de registro ha ampliado el radio de acción de la novela negra?

Siempre digo que los libros de Agatha Christie y las viejas historias de Sherlock Holmes son aburridas... Digan lo que digan son muy previsibles: son como el cansino truco del mago que saca un conejo del sombrero. En la novela negra que se escribe hoy el asesino ya no es el mayordomo; el malo es el sistema. Ya no es necesario focalizar toda la atención de un crimen en el mayordomo, el hijo bastardo o el sobrino que quiere heredar... El promotores de buena parte de los crímenes que ha cometido la novela negra en los últimos 40 años es el sistema.

La variedad de posicionamientos y temas que existen entre los finalistas del Tenerife Noir indica que el género está bien.

Es evidente que en la actualidad goza de una buena salud... La novela negra pasó por una fase de imitación más que de estancamiento cuando muchos vieron que era un género que se vendía, pero no es lo mismo redactar que escribir, no es lo mismo publicar que vender, no es lo mismo tener lectores que vender... El público comenzó a hablar del modelo sueco que, a mi juicio, fue un globo que se infló más de la cuenta...

¿Un modelo, por cierto, que está en crisis o que ya no se mueve en los números de antaño?

Mucho antes de que aparecieran tres o cuatro autores más o menos buenos ya estaba Henning Mankell, pero tuvo que aparecer un fenómeno de las entregas de "Millennium", que a mí personalmente no me gustan demasiado aunque tampoco son deleznables... La lectura es mucho más que un molde a imitar. Algunos, incluso, llegan a decir que leen novela negra para enterarse de cómo viven en Suecia. A mí eso me importa poco o nada. Si quiero saber como viven en Dinamarca, Noruega o Suecia voy a una agencia de viajes y me compro un avión... También tengo la posibilidad de ver un documental en la televisión, ¿no? La lectura debe moverse en otros registros que no tienen nada que ver con las últimas tendencias. La novela está para hacernos mejores lectores y mejores personas.