El ser humano y sus "pecados" con sus semejantes, las guerras, las luchas por el poder y los intereses económicos, la destrucción de la naturaleza, el deporte visto como una forma subliminal de la guerra, o la decadencia de la masculinidad, son algunos de los temas tratados con ironía y cierta frivolidad por Juan Carlos Batista (Tegueste, 1960) en las obras que conforman "Realidad casi humo", abierta en TEA hasta el próximo 22 de mayo.

Más de un centenar de piezas, repartidas en una decena de series que datan desde 1995 hasta la actualidad, conforman esta exposición que fue inaugurada ayer por el conservador de TEA, Isidro Hernández, quien tildó a Batista como una persona obsesiva "que vive rodeado de objetos que recicla y añade a sus figuras metamórficas". El acto también contó con la presencia de Sara Acevedo, representante de JTI, compañía que colabora con TEA, y el comisario de la muestra, Óscar Alonso, quien comentó que el artista se encuentra en el mejor momento de su trayectoria, con una obra llena de "potencia y lecturas que acaban arrastrando al espectador", pero sin dar soluciones a los enigmas que plantea, tarea del público.

Acto seguido, el propio artista ofreció una visita guiada en la que explicó las claves de cada una de las series que muestra y de sus piezas destacadas, en ocasiones cargadas de cierto humor negro y de un sugerente espíritu surrealista. Fotografías, instalaciones, esculturas y unas obras efímeras a modo de murales pueblan las siete salas que acogen su producción, que incluyen impresiones digitales de bosques cuyos árboles son explosiones de bombas, collages de paisajes románticos atravesados por trincheras, la silueta de una pipa o de un futbolista formado por imágenes circulares que reproducen paisajes de la I Guerra Mundial o bombas, esculturas de árboles con extraños "frutos" en sus copas, animales metamorfoseados, el tronco de un árbol con botas militares y una metralleta, o extrañas figuras formadas por órganos sexuales, entre otros singulares montajes que irradian originalidad y una cierta visión ácida de la realidad.