Diego el Cigala es sinónimo de flamenco, pero también es bolero, copla o tango. En torno a esos cuatro registros musicales se moverá el concierto que esta noche, a partir de las 21:00 horas, dará en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. Acompañado al piano por Jaime Calabuch "Junitus", el cantaor madrileño amenaza con realizar un viaje sonoro en el que aparecerán letras que se jalonan entre los extremos de su carrera discográfica: "Undebel" (1998) y "Vuelve el flamenco" (2014).

¿"Vuelve el flamenco" suena a homenaje?

Lo es. Es un homenaje a Paco de Lucía, a él y a todos los grandes del flamenco que se han ido, los que nos han inspirado a mi generación y las que vendrán...

¿A pesar de los años que ha entregado a este género se sintió obligado a poner un título tan directo?

No era una obligación, lo sentí así, era mi vuelta al flamenco, desde el punto de vista discográfico. Yo siempre hago mis conciertos de flamenco, y me apetecía grabar uno de ellos en directo para los aficionados.

Usted nunca ha dicho no a la renovación, siempre con respeto, del flamenco. ¿Cuál es su visión de lo que ha pasado en los últimos años?

No creo que pueda entrar a valorarlo, eso solo el tiempo lo dirá. No podemos ser jueces de nuestros propios tiempos.

¿Hay algo de lo que ha hecho en su larga y brillante trayectoria musical de lo que se haya arrepentido?

Para nada. Todos mis proyectos, gracias a dios, los he hecho con libertad artística y no tendría sentido arrepentirme... Los he sentido así en ese momento y a día de hoy los sigo apreciando.

¿Experimentar con otras formas y sonidos fue una excusa para abrir su producción a las músicas del mundo?

No fue una excusa, vino a mi vida y siempre fue natural. Ya antes de "Lágrimas Negras" estuvieron los "Piratas del Flamenco", no lo hicimos con ningún objetivo en mente, solo curiosidad artística.

¿En cualquier caso los ingredientes flamencos nunca se echan en falta en sus composiciones?

Sería imposible, yo musicalmente soy ante todo flamenco. Todo lo que tiene que ver conmigo siempre va a respirar flamenco.

¿Hablar de la renovación de un género que ha perdido a grandes pilares es una obligación?

La música y la cultura son entes en continua renovación, siempre se van los pilares y dejan espacio a las nuevas generaciones... Por eso no creo en el purismo. Todo lo que ahora se considera puro ha sido renovación en algún momento.

¿Entiende que haya propuestas que por el riesgo que asumen pueden llegar a ser nocivas para el flamenco?

Una propuesta musical no puede ser nociva para el flamenco. El flamenco está por encima de todo eso, y que haya propuestas que alguna gente no apruebe no resta ni la grandeza ni la genialidad al género.

¿Cómo es el espectáculo que hoy mostrará en Tenerife?

Es el formato más íntimo que puedo ofrecer. Puro sentimiento. Yo, solo al piano, con la libertad para tirar por dónde quiera, cantar lo que me apetezca...

¿Ha llegado a conocer del todo el lenguaje de la fusión?

Nunca me ha gustado la palabra fusión. Mi manera de acercarme a otras músicas es encontrar lugares, sentimientos y expresiones comunes, que ya estaban ahí y entonces me siento a gusto para cantarlas. Si no lo siento así no podría hacerlo.

¿Cree que hay que poner límites a esa experimentación?

No creo que se tenga que poner límites a la expresión musical... Mis límites los pone lo que no siento natural, lo que no me sale de manera familiar y espontánea. No creo que nadie pueda decir: el límite está aquí. Cada uno tiene que encontrar su propio camino.

¿Qué lugar ocupa la música en su vida?

No ocupa un lugar, mi vida es la música.

¿Y el flamenco?

Lo mismo. Todo lo que hago lo interpreto como el flamenco; no podría darle un lugar porque está en todos.