No hay festival de música de éxito que no cuente también con escenografías y arquitecturas mágicas y de calidad. Es el caso del cada vez más famoso Festival Tomorrowland, que se celebra en Bélgica cada año en verano en la pequeña ciudad de Boom (unos 30 minutos a las afueras de Bruselas) desde 2005.

Los escenarios de Tomorrowland han ido creciendo, al igual que el resto de la fiesta, en el último par de años. La complejidad y retos del proyecto han ido creciendo así: el año 2013 más de 40 remolques completamente cargados con materiales fueron transportados a Boom, donde se ha creado un espacio especial para la logística del festival. Un equipo de más de 100 personas participa en el montaje de los mismos.

Las diferentes áreas del festival se diseñan, desarrollan y elaboran por trabajadores creativos. Situado en 75 hectáreas, el festival contó con 16 escenarios en 2015, 138 toneladas, con un escenario principal de 150 metros de ancho.

Con una asistencia de aproximadamente 180.000 personas, Tomorrowland es uno de los mayores festivales de música en el mundo y tiene actualmente más de 8.337.000 "me gusta" en Facebook.

Cómo no, algunos residentes locales se quejaron del ruido (cómo me recuerda esto a nuestro Festival Keroxen) pero por fortuna para los amantes de la música y para los organizadores del festival un juez belga ha echado abajo la queja de los residentes locales en contra de la puesta en escena del festival de música de baile Tomorrowland. Los residentes afirman que el festival es demasiado perjudicial y exigieron una prohibición general. Ahora pueden llevar el asunto a un tribunal ordinario para permitir que el asunto sea examinado en detalle, pero lo cierto es que por ahora, y esperemos que por muchos años más, el festival sigue adelante.

Tomorrowland celebró en 2015 su 10º aniversario mediante la organización de dos fines de semana en julio. ¿Pueden dos fines de semana distorsionar el sueño de una ciudad como Boom? No lo creo, sinceramente. No pasa nada por tener diversión unas cuantas semanas al año. La mayoría de los ciudadanos lo entienden pero siempre hay 4 gatos que protestan por todo y hunden un montón de maravillosas posibilidades culturales. Al fin y al cabo Tomorrowland es como un sueño hecho realidad, es algo único. El público es muy diverso, con muchas personas agitando sus banderas nacionales de todo el mundo: India, Australia, Rusia, Alemania, Chile, Canadá, España, Corea del Sur... casi de cualquier lugar. También eso es algo que me recuerda a otro proyecto que perdimos en Tenerife, Son Latinos. Qué tiempos aquellos tan maravillosos de los veranos en Arona.

Debby Wilmsen es la portavoz de prensa del festival, y ella cuenta que a pesar de que Tomorrowland se inició en 2005 con solo 9.000 personas, la popularidad de la fiesta continuó creciendo hasta llegar en 2015 a las 180.000 participantes. Ella dice que el secreto de su éxito fue una reputación boca a boca, y que todo comenzó en Internet.

El escenario principal del Tomorrowland se ha convertido en un icono en sí mismo, con su arquitectura extravagante y sus ambiciosos diseños que cada año ayudan a que el lugar del festival instantáneamente sea reconocible en todo el mundo.

En 2012 el escenario fue un gran volcán con una erupción en los fuegos artificiales. En 2013 el escenario tenía la forma de un gigante molino de agua con 140m de largo y 40 metros de altura, rodeado de enormes ruedas y una gigante pantalla redonda. El fuego, el humo y confeti eran expulsados desde el escenario, instalándose en el mágico "valle" de Tomorrowland mientras los más de 400 DJs mezclan música sin parar.

A lo largo de sus eclécticos y excéntricos escenarios también es habitual encontrar varios lagos, un río que corre debajo de un puente de nueva construcción diseñado por un artista belga y enormes ruedas giratorias que se mueven lentamente. Al caer la noche las luces del escenario y los colores de los artistas callejeros crean una atmósfera mágica. La promoción de los artistas y los productos locales es una parte importante de las ambiciones del festival. Todo tiene un toque belga.

El impacto económico del festival es tal que hasta la revista Forbes habla del mismo. El año pasado sobrepasó los 100 millones de euros de ingresos, lo que no está nada mal para organizarse solo dos fines de semana. Sobre todo si tenemos en cuenta que el cine en Tenerife solo dejó en 2015 unos 20 millones de euros, su año récord, pero es un dato que nos debería hacer pensar un poco más en las posibilidades reales de la cultura como motor económico.