Un relato crepuscular del filósofo Rafael Argullol sirve como punto de partida para "El fin del mundo como obra de arte", una exposición en la que obras de Zhang Huan, René Magritte y Óscar Domínguez, entre otros, "dialogan" sobre el final sin ofrecer una visión apocalíptica y catastrofista.

En la exposición, que se inaugura mañana y se prolongará hasta el 3 de julio, se ofrece una nueva lectura de los fondos de la colección de Tenerife Espacio de las Artes (TEA), dijo hoy en rueda de prensa el conservador del centro y comisario de la muestra, Isidro Hernández.

En el relato homónimo de Rafael Argullol, publicado en 2007, el autor catalán utiliza a personajes históricos y mitológicos, desde Prometeo a Fausto, abocados a un destino incierto y que finalmente sucumben a la autodestrucción, al fin del mundo, según indica el TEA en el catálogo de presentación de la muestra.

Distribuida en cuatro ámbitos expositivos, la muestra reúne una treintena de obras creadas entre 1928 y 2016, algunas no expuestas hasta la fecha, y que en su conjunto aglutinan "una mirada libre sobre el final del mundo como obra de arte" que comienza con la serie fotográfica de Zhang Huan "contundente y agobiante".

Son nueve retratos del propio creador chino en los que progresivamente su rostro se va cubriendo de caligrafía hasta llegar a ennegrecer completamente la cara, lo que según el comisario de la muestra revela a un hombre "anegado por su conocimiento, es decir, cómo la acumulación de cultura puede conducir hasta una suerte de ignorancia".

Es una combinación de estilos, técnicas y procedencias de artistas que dialogan entre ellos sobre el final, pero no con imágenes de catástrofes sino que cada uno reflexiona "a su manera", sin visiones apocalípticas, insistió Isidro Hernández.

Para el proyecto se ha invitado además a crear obras específicas a cuatro artistas canarios -Jesús Hernández Verano, Sergio Acosta, e Israel Pérez y María Requena- y que son un reflejo de cómo el arte contemporáneo actual de las islas "goza de excelencia", subrayó Isidro Hernández.

Al respecto, Jesús Hernández Verano manifestó que expone la instalación "Sombras de humo", un trabajo basado en la memoria, en el espacio difuso entre lo visible y lo invisible y en el que "dialoga" con la fotógrafa canadiense Jocelyne Alloucherie y su serie "Monuments du funambule", una serie de retratos difuminados de Nueva York que le puso "la piel de gallina".

"Esa visión oscura, incierta e insegura" de la realidad coincide con la visión del creador canario, que elabora los pigmentos "a mano" y que refleja en su obra "el ocaso del que hablaba la filósofa María Zambrano".

A su vez Sergio Acosta muestra sus fotografías "Vacíos del agua", una reflexión sobre "la ausencia" a través de panorámicas de antiguas instalaciones del agua en el sur de Tenerife que han quedado "desterradas, un vestigio de unos monumentos hidráulicos que han caído en el olvido".

Israel Pérez detalló por su parte su contribución a la muestra con "Territorios baldíos", una serie en la que junto a María Requena, habla del paisaje a través de unas tallas de madera en cuyos "orificios y cicatrices" han incrustado objetos geométricos y que al final recuerdan a los búnkeres militares para defender el territorio.

También forman parte de la muestra una pintura de René Magritte, "La sombra terrestre", de gran singularidad, según el catálogo de la exposición, pues pertenece a su primera etapa, surrealista y onírica, en la que una atmósfera misteriosa se cierne sobre el mágico reino animal, en este caso una especie de dinosaurio.

Del tinerfeño Óscar Domínguez se ha escogido la obra "Delphes", de 1957, de su última etapa también imbuida de un espíritu onírico e irracional.