Hoy hace 400 años que murió Miguel de Cervantes y, a pesar de las miles de investigaciones sobre el "raro inventor", como él mismo se llamaba, siguen reinando las "sombras" sobre una vida prodigiosa que terminó a los 68 años y dejó en herencia al mundo el Quijote.

Cómo era, cuál era su acento, si amaba a su mujer Catalina de Salazar o por qué tardó ocho años en publicar otro libro después del éxito de difusión que tuvo con El Quijote en 1605. Estas son algunas de las preguntas que los historiadores se hacen ante los "espacios de sombra" que tiene la vida de Cervantes.

Pese a conocer que fue enterrado en 1616 en el convento de las Trinitarias de Madrid, y que fue bautizado en la localidad madrileña de Alcalá de Henares en 1547; la vida de Miguel de Cervantes sigue estando llena de momentos en los que se le "pierde la pista", como cuenta

Jose Manuel Lucía, presidente de la Asociación de Cervantistas.

Son pasajes en los que no hay información que pueda dar a conocer los motivos que le llevaron a tomar ciertas decisiones como la de abandonar Madrid en 1569 y marcharse a Roma.

Y aquí es donde empiezan los condicionales y las certezas se diluyen: "Cabe la posibilidad de que huyera de la sentencia de 10 años de exilio y de que le cortaran la mano derecha tras el duelo con Antonio de Segura. Posiblemente se fuera a Roma en busca de otras expectativas de vida, pero no tenemos una seguridad de que esa sea la razón única que le llevó a cambiar su vida en la Corte".

Con este "misterio sin solucionar", continuamos hasta 1571, año en el que comenzó la batalla de Lepanto, conflicto en el que estuvo hasta 1575 y donde se ganó el sobrenombre de "el manco de Lepanto".

Pero no, Cervantes no era manco, o al menos no lo era según el significado que esta palabra tiene en la actualidad. "Era manco porque no tenía el uso del 100% de su brazo y mano izquierda por los tres disparos de arcabuz que recibió en la batalla de Lepanto".

Llegamos a su vida personal, otro "espacio oscuro" del que no se tienen ni documentos ni información objetiva para saber cómo se sentía, qué carácter tenía o qué relación tenía con su mujer, su hija o sus hermanas.

"Eso -explica el experto- se nos queda en la sombra y, a veces, son muchas las teorías que han surgido a partir de lo que aparece escrito en las diferentes obras y en boca de los diferentes personajes".

En este sentido, añade, tampoco se sabe si el matrimonio con Catalina de Salazar era de "conveniencia" o no aunque, gracias al testamento que ella dejó en 1610, sabemos que su marido la trataba bien, por lo que esta le dejó todos su bienes.

"Seguramente Cervantes escribió cientos de cartas personales pero no se conservaban en aquella época, y lo normal es que ese mundo cotidiano y personal se contara en esas cartas, en esas misivas", describe al tiempo que bromea con el hecho de no saber si el matrimonio fue se fue "fiel".

Con la incertidumbre también de no saber qué acento tenía, ya que vivió en Sevilla, Madrid, Italia y Argel; una de las dudas que más asaltan, aunque parezca que no debido a la gran cantidad de cuadros que hay sobre su rostro, es cómo era realmente.

"No hay ningún retrato verdadero de Cervantes, incluso en óleo de Juan de Jáuregui es un retrato del mito. La única descripción que tenemos de él es la del libro ''Redención'' de 1580 que dice que tiene el brazo estropeado y con heridas del arcabuz", relata el presidente de esta asociación.

Aunque lo que si se sabe, gracias a una carta que escribe Lope de Vega en 1612, es que usaba gafas, ya que el autor de El Quijote se las prestó a quien se refería como " Monstruo de la Naturaleza".

Por último, Lucía destaca que se desconoce el motivo por el que tras escribir su obra cumbre en 1605, con la que obtuvo más difusión que reconocimiento, tardó 8 años en publicar el siguiente, las "Novelas Ejemplares".

"Lo normal hubiera sido, si hubiera querido continuar una carrera de escritor, que hubiera empezado a publicar aprovechándose de ese éxito", concluye.