Ha entregado más de la mitad de su vida a la copla y a los ritmos más populares, pero no tiene la sensación de haber sufrido por ello. "Soy muy feliz con lo que hago y me gané la complicidad de muchas personas desde que empecé en esto, ¿qué más puedo pedir?", se cuestiona la cantante madrileña Pasión Vega (1976) en una entrevista en la que habla del contenido del concierto que ofrecerá el 30 de abril en el Auditorio Infanta Leonor de Arona, cita que se incluye en la programación del X Festival Mar Abierto que organiza ArteValle Producciones.

¿Esta vuelta a Tenerife es muy especial; habrá guiños al pasado o se ceñirá a su proyecto artístico más reciente?

El motivo por el que hicimos este disco y salimos de gira era especial. Desviarnos de "Pasión por Cano" no tiene demasiada lógica porque lo que queremos mostrar es toda la personalidad que tenía Carlos. Si el público quiere recordar o conocer el aroma que desprendía su música hay que hacer un repertorio largo.

¿Salirse de ese guion sería una pequeña traición?

Sí, sería una pequeña traición que Carlos no se merece (ríe). Entrar en el universo de Cano me hace sentir una niña, no porque sea un juego sino por la gran cantidad de emociones que encuentro en ese lugar.

Para un artista que se mueve en un género tan particular mentar a Carlos Cano son palabras mayores, ¿no?

Lo es porque Carlos Cano fue un hombre que adquirió un gran pacto con la vida, con los sentimientos, con la música... A medida que pasan los años se le echa más de menos porque fue un renovador; un artista que dio la cara por la música popular de este país. En España ya no quedan artistas tan comprometidos y valientes como él.

¿Qué se perdió con su adiós?

Muchas cosas, desde mezclar ritmos que con anterioridad nadie se había atrevido a juntar a hacer una copla llena de sobriedad y sin aspavientos. Era un cantante elegante y natural, un artista irrepetible que le arrebató muchísimos aderezos a la canción andaluza y popular. ¡La belleza más sencilla!

El tiempo parece que ha acabado dándole la razón, se lo digo por la apuesta tan arriesgada que hizo cuando decidió mirar a la copla y a los ritmos más populares.

Cuando las cosas se hacen convencidas, de verdad y con pasión, la otra pasión (sonríe), las posibilidades de salir victoriosa aumentan. No creo que el tiempo me haya dado la razón, sino que yo encontré la felicidad en el camino que decidí recorrer hace algunos años. Esta es una profesión muy complicada donde a veces ocurren un montón de cosas y otras no pasa nada... En este oficio hay que tener algo de paciencia para no irte antes de tiempo.

En el actual panorama musical nacional no es fácil encontrar a un artista de su edad con una trayectoria tan larga. ¿La suya va a ser carrera, con o sin obstáculos, muy larga?

Ja, ja, ja... Si le digo la verdad no he contado los años. Veinte, creo que yo... Y sí, esta es una carrera llena de obstáculos: de fondo y con muchos obstáculos que salvar. Carlos Gardel decía que "veinte años no es nada", pero a mí me han sentado muy bien. A veces no soy consciente de la velocidad con la que ha pasado el tiempo, pero me considero una mujer luchadora que ha tenido algo de fortuna en un sector complicado.

¿Para usted la voz tiene más peso que el género donde esta se ubique?

Primero está el mensaje... Para mí eso es lo más importante. Lo que le quiero contar o cantar a las personas que acuden a uno de mis conciertos y las palabras que yo elijo para ello es más trascendental que el estilo o género musical que utilice. La voz se puede quebrar por distintas razones, pero las palabras que la hacen brillan siempre están. Lo sencillo es lo más difícil de conseguir, pero siempre es lo que mejor llega al público. Eso, por ejemplo, es algo que tenía muy presente Carlos Cano a la hora de escribir sus canciones.

¿Esa sencillez complicada de la que habla obedece a un talento natural o hay que trabajarla?

Hay un poco de las dos cosas... Si no existe el duende no hay nada que hacer, pero si existe y no lo trabajas las posibilidades de salir adelante tampoco son muchas. A todos los músicos nos gusta experimentar, pero lo que más apreciamos es llegar al público con la mayor sencillez posible. Eso es muy complicado. El día que te equivocas puede ser tu última oportunidad. Cuando crees en lo que hace es más fácil. Soy una cantante autodidacta que nunca ha estudiado en un conservatorio, pero en mis canciones se percibe un grado de autenticidad que es fundamental para seguir adelante. En las aulas, por supuesto, se pueden aprender muchísimas cosas pero la naturalidad se logra en los escenarios y no siempre está vinculada con la formación que tengas. Ahí no tienes que pensar cómo debes colocar la garganta para que te salga una cosa así o asá, ahí solo valen los sentimientos.

Antes de que llegara el primer disco ("Un toque de distinción" / 1996), usted probó fortuna en un concurso radiofónico, ¿se atrevería a presentarse a un talent-show?

Si me presenté en su momento, creo que lo volvería a hacer... Aquellos concursos tenían muchísima menos repercusión y las recompensas eran otras... ¡Yo he grabado hasta en vinilo!