Lleva la canariedad en el acento y evoca las Islas desde la nostalgia. María Juncal, nombre artístico de María Palmero Gómez, nació en el popular barrio de Schamann (Las Palmas) y desde allí se trasladó junto a su madre a Tenerife, donde vivió hasta los 17 años estudiando ballet y danza clásica española con Miguel Navarro, Rosalina Ripoll y su tía abuela Trini Borrull, momento en el que taconeó, hizo la maleta y puso rumbo a Madrid, plaza grande para cualquier artista.

Este viernes regresa a la Isla donde siendo una adolescente actuaba para los extranjeros en los hoteles, pero esta vez con el cartel de figura reconocida nacional e internacionalmente, luciendo ese particular "duende" que procura la madurez y brindando mañana, viernes, en la Fundación CajaCanarias (20:00), un espectáculo autobiográfico que lleva por título "Flamenco al natural" y en el que entrega una serie de piezas que recorren todos los palos: el cante, el toque y el baile.

Y adelanta la Juncal que va a compartir escenario "con voces y guitarristas jóvenes con una trayectoria personal interesante".

Aquella chiquilla que llegó con toda la ilusión del mundo a la capital de España, desbordando ganas, admite que no fue nada fácil, pero tuvo la fortuna de ingresar en una de las escuelas más reconocidas, Amor de Dios, donde recibió instrucción de maestros como Eduardo Serrano, "El Güito", Ciro, Cristóbal Reyes, Merche Esmeralda o "La Tati", entre otros.

Como herencia, el apellido Borrul que corre por sus venas, una de las sagas flamencas con más solera, desde su bisabuelo, el maestro guitarrista Miguel Borrul, que junto a su hija, la bailaora Julia Borrul, abrió la mítica sala Vila Rosa de Barcelona.

"En Madrid, cuando empecé a hacerme un espacio, tuvo repercusión el apellido y causó sorpresa eso de una canaria bailaora". El caso es que su padrino, el maestro "El Güito", cuantito la vio bailar la bautizó con el sobrenombre de Juncal, que en lenguaje flamenco significa la bien plantá. De esta manera evitó que la conocieran como María "La Canaria".

No esconde que una isleña en este mundo del flamenco resulta "algo exótico, porque ciertamente resulta más fácil encontrarse con una bailaora japonesa".

María se ha convertido en profesora, una maestra que transmite no solo los fundamentos de la técnica, sino el alma que atesora, ese rico bagaje exponente de un género como el flamenco que sostiene con voz firme está a "la máxima altura y se mide con cualquier otra disciplina, se interpreta en los mejores teatros y se considera todo un arte".

Y bien lo sabe quien como ella ha vivido una dilatada experiencia artística que la ha llevado a pisar escenarios de todo el mundo, como solista de la compañía National Theatre of New York, en la de José Greco; presente en espectáculos como "Pura pasión", de Joaquín Cortés; protagonista en "Musa Gitana", de Paco Peña; artista invitada en el teatro de Bellas Artes de Ciudda de México, en la ópera "Carmen", así como solista en los espectáculos "Instantes" y "Jarocho", dirigidos por Richard O''Neal, y coreógrafa del equipo español de Gimnasia Rítmica.

No ha sido profeta en su tierra. "Todo tiene su momento y no me detengo a pensarlo", si bien la esperanza la mantiene y espera que se haga realidad su participación en la vida artística canaria.

La memoria le devuelve el cariño de un lugar en el que ha sido feliz y en el que viven sus padres, hermanos y tíos. "Siempre que vuelvo lo hago con alegría" y hasta sueña: "Me gustaría montar mi próximo espectáculo en las Islas, en la playa; es algo que me debo".

María Juncal

bailaora