"Hay muchas cosas de mí que no sabes", le dice la protagonista de "El ala rota" (Norma) a su marido, una realidad muy habitual en una generación de "mujeres silenciosas" que en España dedicaron su vida a cuidar a los demás y a las que esta novela gráfica de Antonio Altarriba y Kim ofrece una reparación moral.

Pero esa mujer que calló durante tanto tiempo tenía un nombre real, Petra Ordóñez. Es la madre del guionista Antonio Altarriba, que ya apeló a la memoria familiar en "El arte de volar", una obra dedicada a su padre, un republicano exiliado -también con los dibujos de Kim- con la que ganaron el Premio Nacional del Cómic en 2010, y que con "El ala rota" compone un díptico sobre aquellos españoles que se vieron obligados a guardar silencio durante años.

De hecho, el propio Altarriba, que estos días presenta el libro en el Salón de Cómic de Barcelona, reconoce en una entrevista que no tenía ni idea de la mitad de los avatares de la vida de su madre.

Por ejemplo, que no podía estirar el brazo izquierdo porque su abuelo la había intentado matar nada más nacer, culpándola de que su mujer muriera en el parto. Sólo lo supo cuando ella agonizaba en una residencia de monjas, y tuvo que repasar las fotos de su infancia, que aparecen en el epílogo del libro, para darse cuenta de que era verdad, que el antebrazo lo llevo siempre levantado, pegado al cuerpo.

"Tuve que hacer mucha más investigación para este libro que para el de mi padre, quien, a priori, había llevado una vida más oculta y subversiva", comenta el guionista y ensayista zaragozano, obligado a recurrir a fuentes familiares para obtener información directa.

Así, conoció las penurias en el pueblo de Pozuelo de la Orden (Valladolid), donde había nacido en 1918, criada en sus primeros años por su hermana tras ser repudiada al principio por su padre, de cómo luego su abuelo alcohólico fue incapaz de sacar a la familia adelante y, ya invalido, obligó a Petra a cuidarlo ella sola, una simple niña.

"Ese afán de discreción no era por secretismo, simplemente no le daba importancia a su vida, a sus hazañas cotidianas y no las contaba", asegura Altarriba, que se sentía en deuda porque en "El arte de volar" el personaje de su madre había quedado desdibujado, como una especie de contrapunto conservador y religioso al padre, rebelde y anticlerical.

"Cuando me percaté, cuando los lectores me preguntaron por ella, me pareció extraordinariamente injusto", reconoce el guionista, que ha mantenido la misma estructura en ambos libros, una historia en flashbacks, contada desde las residencias geriátricas donde sus padres vivían separados y a los que Altarriba visitaba regularmente.

La historia de Petra, violada en el pueblo, que emigra a Zaragoza, donde conoció a su marido, y que se convierte en la gobernanta del servicio de la Capitanía General Militar, permite al guionista introducir todo el costumbrismo de la época, el mundo rural, la iglesia y el puritanismo, las vecinas, las radionovelas, la llegada de la televisión...

Pero a la vez, y lo que la hace aún más interesante, "El ala rota" introduce momentos históricos esenciales de aquella España, la República, la Guerra Civil, la postguerra, e incluso las disidencias dentro del propio régimen, como la historia del capitán general Juan Bautista Sánchez González, para el que sirvió en Zaragoza, un militar monárquico que, según algunos historiadores, murió asesinado por el franquismo por "traidor".

Son esas licencias históricas, que Altarriba cuenta de forma paralela, las que le causaron a Kim (Barcelona, 1942) más problemas a la hora del dibujo, como la supuesta muerte del capitán Sánchez González en un duelo con otro militar en un pasillo de un hotel.

Más allá de eso, Kim, conocido sobre todo por su personaje de Martínez el Facha publicado en El Jueves, afirma que trabajar otra vez con Altarriba ha sido sencillo, y aunque al principio se extrañó cuando éste le habló del proyecto de su madre, al conocer los detalles vio que allí había otra gran novela gráfica.

"Comenzó a escribir, me lo enviaba y yo dibujaba; gracias a la experiencia anterior, el trabajo se redujo a la mitad, porque Antonio te describe muy bien las cosas, hace casi una novela, y te cuenta todo como lo ve, es muy fácil, porque te mete dentro", explica el dibujante, que tuvo que recrear con diferente documentación las calles de Zaragoza o el interior del edificios de Capitanía, donde sirvió Petra.

El dibujante no cree que Altarriba continúe con temas familiares. "Yo le digo que ahora tendría que contar la historia desde su punto de vista, pero de momento no lo he convencido", bromea Kim.