El hallazgo fue resultado de la casualidad, un hecho fortuito, pero no por ello resulta llamativo y también sorprendente encontrarse un documento manuscrito en lengua alemana, con música firmada por el compositor Georg Pittrich (1870-1934), que además lleva por título "Gomera: historia-romántica. Ópera en tres actos".

El descubrimiento tuvo lugar en abril de 2015, mientras se realizaba la catalogación de fondos, actividad impulsada por el proyecto El Levante Musical y enmarcada en las prácticas de la asignatura de Fundamentos y Métodos de Investigación en el Conservatorio de Murcia.

"No sabemos con certeza si se trata de una copia manuscrita o si, por el contrario, se corresponde con una versión autógrafa", explicaron los docentes del citado centro, quienes no dudan en subrayar que la importancia de esta obra radica en que "no parece que haya sido publicada, ni que se encuentre registrada en ningún catálogo europeo".

El presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo, se ha puesto en contacto con el centro y ha solicitado una copia del manuscrito, manifestando su intención de poner la obra en escena, dado que se trata del primer y único libreto operístico que tiene como referencia a la isla.

Tanto el director del centro, Jonatan Rives Beneite, como el responsable del Archivo General de la Región de Murcia, Rafael Fresneda Collado, firmaron un acuerdo para la difusión de este manuscrito.

La única referencia documental que se ha encontrado sobre la ópera remite a un artículo publicado en el diario ABC el 28 de noviembre de 1911, que comienza así: "Próximamente va a ser puesta en escena en Berlín, con todo aparato, la ópera de asunto español Gomera, cuyo libreto ha escrito la distinguida escritora baronesa Catalina von Pommer Esché, perteneciente a la más alta aristocracia berlinesa; la música es del famoso compositor Georg Pittrich".

El argumento se ambienta, detalla la crónica, durante la conquista de la isla, señalando como protagonistas a "los generales Hernán Peraza y Pedro de Vera", que aparecen en el libreto con doña Beatriz de Bobadilla, "esposa del primero y dama de Isabel la Católica", mientras se anunciaba que "el estreno de esta ópera en el teatro Imperial se supone ha de ser un acontecimiento artístico" y cómo "los dibujos de los trajes de cuantos personajes figuran en la ópera han sido encargados por los autores al notable pintor español D. Diego López, que ha puesto ya manos a la obra", concluye.

En el análisis de la partitura, los musicólogos señalan que la obra rescatada "comprende una reducción para piano sin orquestar con los coros y las voces solistas", apuntando que se desconoce "si el compositor llegó a escribir las partichelas o partes musicales de la orquesta".

En cuanto a la historia de este manuscrito parece que por los sellos no cabe duda que perteneció a la biblioteca del Conservatorio Superior de Música de Murcia antes de su emplazamiento definitivo.

Dado el valor histórico del documento se considera de interés dedicarle un trabajo de investigación, un estudio biográfico y de vinculación con España, además de estético, musical y de valoración en contexto con su época".

Los estudiosos aseguran que no se tienen noticias sobre el perfil biográfico del compositor, "que no figura en el Diccionario Grove de la Música, ni en la MGG (Musik in Geschichte undGegenwart)", la gran obra alemana de referencia.

No obstante, según consta en el catálogo del RISM (International Inventory of Musical Source), Georg Pittrich, un maestro de capilla, fue contemporáneo de Richard Strauss. Sus creaciones están repartidas por diversas instituciones europeas, entre ellas la Biblioteca Nacional Central de Florencia; la Deutsche National Bibliotheek; la Klassik Stiftung y el Deutches Nationaltheather de Weimar. La base de datos WorldCat Identities le atribuye una quincena de composiciones.

En una referencia aparecida en el digital Gomeranoticias.com en diciembre de 2015, Pablo Jerez Sabater alude a un comentario del historiador Ricardo Valeriano a propósito de la baronesa, autora del texto, de quien dice nació en Berlín en 1852, constatando su presencia en la localidad de Hermigua en 1910, lugar que le sirvió de inspiración para el argumento de su historia.