Por mucho que quiera, Juan Carlos Batista (Tegueste, 1960) no puede sustraerse de los "pecados" que dominan la realidad del mundo en el que le ha tocado vivir, dominado por las guerras, las luchas por el poder de todo tipo, incluso en el deporte, la destrucción de la naturaleza y del propio ser humano, entre otros "logros" sociales, a la hora de abordar su discurso plástico, tanto en los campos de la fotografía, la escultura o la instalación.

Todos estos componentes conforman el argumento que preside la exposición "Realidad casi humo", cerca de un centenar de piezas de diverso formato, técnica y materiales, algunos reciclados, que se desarrolla hasta mañana, domingo, en el Tenerife Espacio de las Artes (TEA) de Santa Cruz.

Esta propuesta describe con ironía y un humor bastante negro todas esas inquietudes que el artista ha plasmado en la decena de series que conforman la muestra, trabajos realizadas entre 1995 y la actualidad, entre los que también hay referencias claras al patriarcado, a las relaciones de pareja, a los abusos de género o a la decadencia de la masculinidad.

El tronco de un árbol con botas de militar y una metralleta, impresiones digitales de explosiones de bombas que simulan un bosque, collages de paisajes románticos atravesados por trincheras, un balón formado por un puzzle de imágenes de ciudades y paisajes destruidos, o un futbolista silueteado a partir de bombas de la primera guerra mundial, además de esculturas de árboles con formas surrealistas, la forma de un peluche construido con escrotos o animales metamorfoseados con armas conforman el amplio y tétrico universo lleno de originalidad en el que ahonda Batista en su obra.

"No soy militante de nada, solo quiero plantear preguntas sobre temas concretos. Hablo de la memoria histórica, pero cualquiera puede leer lo que quiera en la pieza porque no es un trabajo panfletario, aunque evidentemente no me gustan las guerras", matizó.

Interpretar la obra de este creador no es tarea fácil, aunque algunas de las piezas que propone pueden resultar frívolas e incluso repelentes. Cumplen a la perfección esa tarea provocativa del arte, en el que se trata de aunar estética y concepto. "Ambos tienen que ir al unísono, aunque en un determinado momento un tipo de discurso lleva aparejado una estética más feísta en cierto modo. Cuando se consigue algo interesante tiene que haber un equilibrio".

Este artista empezó a estudiar la carrera de Bellas Artes y la abandonó. Su faceta como escultor empezó tallando pipas en madera, una de ellas se exhibe en el TEA, que dedicó a artistas como Goya o Picasso.

"Yo soy muy de Goya, en el sentido de plantearme una visión melancólica de la vida. Cuando mis obras adquieren una cierta claridad tienden a ser una reflexión sombría sobre la condición humana. Yo el optimismo lo pongo en el disfrute de la vida, no en la obra. Hay esculturas que pueden tener algo de mala leche, pero son más lúdicas, de recreación visual".

La ironía, el humor negro, el surrealismo, incluso la parodia, son algunas de las claves constantes en su producción artística, aunque no se decanta por ninguna de ellas como dominante. Todo depende del recurso que le pida la pieza que vaya a realizar.

El paisaje inventado, trastocado e idealizado también tiene un hueco muy importante en su vocabulario creativo, tanto en los bosques-personas que fabrica como en la fauna híbrida que habita su particular mundo.

"Me gusta trastocar la naturaleza, tratar de transferirle mis patologías. Si hago un árbol con protuberancias son mis miedos, o mi padre antes de fallecer, la leucemia, el cáncer, esos males... Yo disfruto de la naturaleza, del paisaje, aunque me gusta intervenirla, porque cuando hago los híbridos los estoy personificando".

El universo creativo de Juan Carlos Batista se mueve en su casa entre el taller y el ordenador, según vaya a esculpir o a "fabricar" una de sus fotografía-collages con el auxilio de photoshop. Él se siente más a gusto tallando, el contacto de sus manos con la materia.

Por último, reconoció que nunca se ha atrevido a hacer pintura, "aunque me estoy acercando por todos los lados, pero todavía no he llegado. Es muy difícil, o te sientes pintor o no te acerques, aunque considero que desde la pintura sí te puedes acercar a la escultura... Percibo una frustración soterrada de acercarme a la pintura, quizás lo haga algún día, pero sé que voy a sufrir mucho".