“Soy de letras, pero una amante de las ciencias”. Así de sencillo justifica la escritora madrileña Rosa Montero (1951), Premio Nacional de Periodismo 1981 en la categoría de reportajes y artículos literarios, la experiencia que durante cuatro días va a vivir en el IAC. “Se les ha ocurrido unir dos cosas tan bonitas como la astrofísica y la literatura”, avanza sobre una agenda en la que van a participar otros autores reconocidos a nivel nacional e internacional. “Para mí la ciencia tiene muchísima más magia que la qu

e hay en los cuentos de hadas”, puntualiza una narradora que se estrenó con “Crónica del desamor”.

Cuentos de hadas que no deben sorprender a una narradora que sabe cómo captar la atención de la audiencia infantil, ¿no?

Yo he tirado más de la vena fantástica o incluso del género maravilloso... Tengo varios libros de ciencia ficción que están protagonizados por Bruna Husky –“Lágrimas en la lluvia” y “El peso del corazón”– u otras historias como “La ridícula idea de no volver a verte” o “Instrucciones para salvar el mundo” que tienen mucha ciencia. La física y la astrofísica siempre me han parecido dos ciencias maravillosas y en estos instantes me siento como Sheldon Cooper (“The Big Band Theory”).

La Rosa Montero de “Crónica del desamor” es bastante distinta a la de “El peso del corazón”; ¿un escritor nace de una manera y termina siendo de otra?

La novela es un género de ma-durez y a escribir se aprende escribiendo... Una de las cosas de las que me siento más orgullosa es que ahora escribo muchísimo mejor que antes. La historia de “Crónica del desamor” fue un poco rara en el sentido de que nunca hubiera pensado que esa podía ser mi primera novela.

¿Rara, en qué sentido?

Fue un libro, porque no me atreví a denominarlo novela, que hice con el pie forzado... Me habían encargado una obra de corte feminista que estuviera protagonizada por mujeres en la Transición española. Yo firmé aquel contrato, pero lo cierto es que me aburría muchísimo el tema. Por eso me fui hacia la ciencia ficción.

Por lo que cuenta no creo que Bruna Hasky tenga dominada a la escritora. ¿Se ha sentido alguna vez en manos de uno de sus personajes?

(Silencio)... Cuando empecé a escribir me encontré con muchos autores que me decían que se sentían incapaces de controlar a sus personajes. Lo único que pensaba entonces era. ¡Menudo pedante o qué gilipollas, si no es capaz de mantener a raya al protagonista de su novela! Lo que pasa es que en mi tercer libro (“Te trataré como a una reina”) me empezó a pasar a mí y entonces aprendí que las novelas son como sueños que se sueñan con los ojos abiertos. Al final me di cuenta de que el escritor maduro tiene que tener humildad para que los personajes le cuenten la historia.

A diferencia de otros compañeros de profesión, ¿usted no ha machacado la conexión entre el periodismo y la literatura?

El periodismo que se escribe es un género literario como cualquier otro y, además, puede ser tan bueno o literario como los demás. “ A sangre fría” (Truman Capote), por citar un ejemplo, es un reportaje pero también es un librazo impresionante. Lo que sí hay que tener claro es que la ficción y el periodismo son géneros muy distintos. Si haces un periodismo novelado harás un mal periodismo porque no serás fiable, pero si haces una novela periodística las posibilidades de que sea algo superficial son altas.

¿Un escritor debe ser un buen psicólogo?

Debe ser empático... La única psicología que yo uso es la empatía. ¿Qué novelista puede llegar a tener cierto éxito sin ser empático? Si no existe una buena capacidad de disociación y no eres capaz de dividirte en otras personalidades estás perdido. Yo siempre digo que la novela es la autorización de la esquizofrenia.

¿Y la Rosa Montero periodista se imaginaba que este oficio iba a tener esta evolución?

Ya nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo en crisis y difuso. Esta sociedad, en general, se está moviendo en la frontera de lo desconocido y el periodismo no es una excepción. Estamos pasando la travesía del desierto, pero los periodistas siempre van a ser necesarios. El profesional que sabe tratar la información no debe estar preocupado por el soporte. El papel puede desaparecer en los próximos cinco años, pero lo malo sería que con él se aniquilaran a los periodistas que han demostrado en ese formato que tienen una buena historia que contar... Las sociedades democráticas necesitan un periodismo fuerte.

¿Algo de esas culpas hay que atribuírselas a los tertulianos?

Los tertulianos son otra cosa, no todos, pero son otra cosa distinta a practicar buen periodismo. Ese amarillismo existe en la prensa y en la literatura.

¿Molesta el intrusismo literario?

Pero eso pasa menos que lo que dicen... Se falsean muchos datos para inflar ventas, pero los lectores son