El de anoche no fue un concierto más. La cita número XV de la temporada, la niña bonita, edificó dos instantes mágicos en torno al compositor tinerfeño Gustavo Díaz-Jerez y la marimbista japonesa Keik Abe, que estuvo magistralmente acompañada por Verónica Cagigao. El joven maestro Perry So, al frente de la siempre fiable Orquesta Sinfónica de Tenerife, fue otro de los atractivos de una velada difícil de olvidar.

A Gustavo Díaz-Jerez se le veía distendido minutos antes de que sonara por primera vez "Chigaday". Desde su asiento (Fila 21 - Butaca 2) aguardaba con una aparente serenidad -desconozco si la procesión iba por dentro- que So marcara los primeros compases de una pieza arrebatadora. Su creación tiene la fuerza de Atlántico furioso y la dulzura de un paisaje salvaje que despierta tras la tempestad. La partitura está inundada de sonoridades atrevidas que trasladan al público a un escenario "kubrickniano". Es misteriosa, indomable y poderosa. Dieciséis minutos de aventura musical por unos paisajes que están inspirados en territorio gomero.

Los espectadores que llenaron tres cuartas partes del aforo de la Sala Sinfónica premiaron la valentía de un compositor y pianista que no pudo reprimir su alegría al final de la interpretación. Se levantó y descendió la escalera central para trasladar a Perra So -un director de trazo nervioso y gestual- su felicitación. "Fabulosas", se limitó a decir antes del descanso cuando reclamamos sus sensaciones.

Díaz-Jerez, como el resto de los asistentes, se había rendido a la magia de Keiko Abe: la japonesa y Verónica Cagigao completaron una magistral intervención con la ejecución de "The Wave Impression", concierto para dos marimbas que Francisco Díaz, director del VII Festival Internacional de Música Contemporánea de Tenerife, siguió desde la parte más alta del escenario. Elegancia, sincronización, virtuosismo... Esos y otros muchos calificativos que rozan la perfección se pueden aplicar al "duelo" generacional protagonizado por Abe & Cagigao.

La audiencia fue consciente de inmediato del carácter extraordinario que suponía contar con una invitada de tanto nivel. Ovacionó el segundo título del programa e inyectó una dosis de euforia en la veterana percusionista: una pieza en solitario y otra junto con Cagigao fueron los dos regalos fuera de carta que brindó Abe antes del descanso. En la tregua, antes de regresar a la sala para escuchar un título de Johannes Brahms, todos los asistentes reflexionaban sobre sus valores musicales.