"Estoy tremendamente feliz de volver a la carretera como cuando era menos joven". Esa frase resume el estado de ánimo de un artista que acumula experiencias desde hace cuatro décadas y media. José Luis Perales (1945) vuelve a Canarias para ofrecer dos conciertos en el X Festival Mar Abierto que organiza ArteValle Producciones. El próximo sábado, a partir de las 21:00 horas, actúa en el Auditorio de Tenerife y al día siguiente repite faena en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas. "Me cuesta vivir lejos de la música", confiesa.

Muchos años sin dejarse ver por Canarias, ¿no?

Muchos años sin ir a muchos lugares. La verdad es que me prodigo bastante poco. A medida que me hago mayor cuesta más arrancar para hacer un disco, una promoción y, por supuesto, una gira. Lo que pasa es que cuando salgo es difícil regresar a casa: esta gira va a alargarse hasta marzo o abril del año que viene.

¿Qué sensaciones le genera este "Calma Tour"?

Confío en el material que tengo. Es un disco que está teniendo una buena acogida y, sinceramente, creo que merece la pena mostrarlo en vivo. La gira anterior me quedé con ganas: solo hice tres conciertos en Barcelona, dos en Madrid y uno en Sevilla. No hice más...

Alrededor de su carrera hay un generoso "efecto Guadiana", me explico: está en activo desde 1973, pero hubo etapas donde estuvo más visible que otras. ¿El adiós se le resiste?

Es verdad, soy como el Guadiana. Lleva toda la razón (ríe)... Pero todo en esta vida tiene un por qué. Hubo un momento, hablo de la década de los 80 y principio de los 90, en el que todos los veranos me iba de casa y no volvía hasta navidades o Semana Santa. Vivía seis meses en España y seis en América. Tras una de esas etapas en el extranjero me ocurrió una experiencia definitiva: mi mujer y mis hijos fueron a recibirme al aeropuerto. Pablo, que entonces tenía cuatro años, se me tiró al cuello, pero María, que era la pequeña, no se separó ni un centímetro de su madre. Su reacción hizo que me replanteara si estaba haciendo lo correcto. Ese fue un punto de inflexión entre un día a día absolutamente loco y el firme propósito de empezar a tomarme las cosas con calma.

¿Tan impactado se quedó como para cambiar su rutina?

Sí, a partir de aquella bienvenida tan fría, en lugar de planificar conciertos todos los años los empecé a espaciar cada dos. Lo que pasa es que cuando una persona tiene una vocación tan grande, como yo la tengo por la música, no es fácil decir adiós... Resumiendo, que me cuesta vivir lejos de la música.

¿Vamos, que por ahora no tiene pensado "jubilarse"?

Cuando te gusta tanto escribir sabes que no hay edad para jubilarte. La música siempre fue una excusa para seguir inventando historias. Es lo que tiene la escritura, que en muchas ocasiones pierdes la noción del tiempo. Incluso me metí con una novela ("La melodía del tiempo" / Plaza & Janes), pero cuando tenía 32 canciones nuevas me pregunté: ¿Y qué hago ahora con esto? Pues tuve que elegir unas pocas para "Calma".

El hijo que le esperó aquel día en el aeropuerto es el productor de "Calle soledad" y de "Calma". ¿Al final los "aliados" estaban en casa?

Ja, ja, ja... Sí. Lleva tres años en Estados Unidos y él es el que se encargo de la producción y de los arreglos. Cuando ves las ideas que tiene y todo lo que sabe, al menos en materia de producción, te das cuenta de lo rápido que ha evolucionado esta industria. Aunque no componga como yo, sé que hay cosas que hace mejor que son realmente buenas para ofrecer un buen disco. Este trabajo está hecho en Los Ángeles con músicos americanos y necesitaba una novedad de esta magnitud para que me arrancaran de casa.

¿Esta no es la industria que usted conoció en sus días más gloriosos?

No... Todo es completamente distinto. Antes hacías un disco y las canciones se convertían en algo importante en la vida de las personas que las escuchaban en las emisoras de radio o en los espacios televisivos. Las discográficas no tenían freno a la hora de gastar dinero. Hoy el dinero está, pero se invierte de otra manera. Antes no pasaba nada si tenías que irte quince días a Londres, Nueva York o Roma a promocionar tus canciones. Hoy, en cambio, las campañas son de otro perfil porque a los autores no se les toma en serio: la propiedad intelectual es una entelequia en crisis. Los que aún nos podemos permitir el lujo de hacer una producción nos atrevemos a buscar algo nuevo, pero existe un montón de gente realmente buena que se ha quedado en el camino porque no hay presupuesto para planificar buenos proyectos.

¿"Calma", pues, es una apuesta de alto riesgo?

Que los discos se venden poco no es un secreto, pero cuando terminamos de grabar "Calma" en Los Ángeles se lo mostramos a la gente de la oficina de Miami y su reacción fue buenísima: "¡Esto es lo que hay que hacer ahora!", nos dijeron. El nacimiento de este álbum ha sido especial y, por lo tanto, estoy feliz de poder mostrarlo.

¿Para un artista que ha compuesto alrededor de 400 canciones y que ha vendido más de 40 millones de discos, esta revolución lo debe descolocar?

Antes todo era más artesanal... "¿Por qué te vas?", por ejemplo, fue un éxito en China e incluso se llegó a grabar en japonés. Mucho antes de quedar cautivos por los avances tecnológicos los mercados se movían de otra manera. Si una cosa interesaba de verdad se removía Roma con Santiago y no se paraba hasta que se conquistaba el último bastión comercial de este planeta: resultaba verdaderamente insólito que José Luis Perales y los Beatles fueran dos referentes del mercado en el mismo espacio cronológico. Internet y las redes sociales realizan un papel importante, pero la realidad es que si hoy no tienes un éxito inmediato en dos semanas y las radios no te hacen caso estás acabado.

¿Su última aventura discográfica es la ratificación de que José Luis Perales está adaptado a los nuevos tiempos?

Es un disco comprometido en el que enseño mi lado más inconformista; inconformista con las historias que escribo e igualmente inconformista con algunos asuntos que marcan la actualidad.

Vea aquí el videoclip de la canción "Balada para una despedida", interpretada por José Luis Perales.