Gabriel García Márquez tuvo muy presente en "Cien años de soledad" el universo compositivo que desplegó Miguel de Cervantes en su obra más universal, "Don Quijote de la Mancha", según argumentó ayer el escritor y catedrático lagunero Juan Manuel García Ramos en la conferencia titulada "Del Quijote al boom hispanoamericano", que impartió en el Real Casino de Tenerife, dentro del ciclo "400 años de Cervantes".

El catedrático de Filología Española de la Universidad de La Laguna, que fue presentado por el viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Aurelio González González, ahondó en el conjunto de concomitancias de los códigos compositivos existentes entre la novela más universal de la literatura española y la más conocida del Premio Nobel colombiano.

García Ramos intentó demostrar que, a pesar de que la literatura hispanoamericana se independizó de la española a través de cuatro escalones, como planteó Octavio Paz, "hay libros que siguen gravitando sobre el resto de las literaturas y no obedecen a cánones de carácter académico".

El que fue vicerrector de la ULL y consejero de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias se refirió al libro "La Cervantiada" (1992), del escritor peruano Julio Ortega, en el que se convocaba a escritores latinoamericanos y a algunos españoles para que confesaran cuál era su deuda con "El Quijote"; entre ellos se encontraron dos grandes del boom hispanoamericano, García Márquez y sus "Cien años de soledad" y Carlos Fuentes y su obra "Terra Nostra".

"Los códigos compositivos de algunas de estas obras, aunque ya lo dijo Borges en 1939, parece que están en la senda de tener muy presente El Quijote", comentó, y pasó a analizar las coincidencias que observa de "El Quijote" en "Cien años de soledad".

El ponente indicó que ambas obras tienen comienzos muy afines, "en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no me quiero acordar..." lo comparó con "muchos años después ante el pelotón de fusilamiento...". Para García Ramos se "presenta un tiempo que no se delimita. Un espacio, La Mancha y Macondo, y unos personajes aventureros, Don Quijote y el coronel Aureliano Buendía".

También se refirió a la influencia eramista en "El Quijote", ese sentido de la dualidad de la verdad y la ilusión de las apariencias, presente en "El elogio de la locura" (1511), ensayo de Erasmo de Rotterdam. "En esta obra decía que la realidad de las cosas solo dependen de la opinión y juega con cuestiones racionales e irracionales, que también puede recordarnos el realismo mágico de García Márquez".

Las coincidencias con respecto al sentido del destino que hay en las dos novelas, al igual que los espacios míticos recreados (La Mancha y Macondo), el convertirse en metáforas de las realidades que describen (la España postimperial y la de América Latina desde sus comienzos hasta la actualidad) o el idealismo y el fracaso que viven ambos personajes (Don Quijote tiene cuarenta enfrentamientos y sale derrotado en todos y Buendía treinta y dos guerras y también las pierde) fueron algunas similitudes compositivas más referidas por el conferenciante.

Asimismo, aludió al sentido que tienen de las mujeres (Dulcinea y Remedios), que son una idealización. "Ellos ven a esas mujeres como ninguno de los personajes que les acompañan en esa ficción. También señala cómo se hace humor, sobre todo con el poder político. La Ínsula Barataria que gobernaba Sancho, que sirve para ridiculizar el poder político, como puede ocurrir con el corregidor Apolinar Moscote en Cien años de soledad; o el uso de refranes y sentencias propias del habla popular... Al final, la conclusión es que Cien años de soledad y El Quijote están por encima de las supuestas independencias de la literatura española y la literatura hispanoramericana".