Todo el mundo adora la idea de nadar en el mar, de dejarnos mecer por las olas, a la luz del sol, con la superficie del agua centelleando a nuestro alrededor, pero a veces nos da respeto, o no conocemos ese océano lo suficiente. La buena noticia es que el mar directo y abierto no es el único lugar que ofrece grandes oportunidades para dar el paso de vivir esas sensaciones.

A lo largo de toda la geografía del planeta la naturaleza nos ha regalado maravillosas piscinas naturales que los seres humanos hemos acondicionado para el baño, desde las aguas termales geotérmicas en Islandia, a las piscinas naturales de roca por encima de las cataratas Victoria, encontramos los mejores lugares para profundizar en la maravilla de las sensaciones que el verano y el mar producen en todos nosotros cuando estamos en la feliz etapa del tiempo libre de nuestras vidas.

Nadar en las aguas cristalinas del Atlántico es siempre un placer, pero la experiencia se convierte en algo inolvidable al nadar en las piscinas naturales de las Islas Canarias. Nuestro archipiélago es particularmente rico en estos recursos naturales, así como en este tipo de piscinas, que con la mano del hombre domestican amablemente la naturaleza para hacerla un poco más accesible. Especialmente en Tenerife se encuentran una serie de estos accesos al mar tan llenos de encanto y tan sorprendentemente hermosos.

Las piscinas naturales son espacios que encierran, debido a su formación natural, el agua del mar que se filtra de manera natural y que nosotros, los isleños, hemos acondicionado con pequeños puentes, escaleras, retenciones para hacerlas más usables, seguras y también más deseables. Es por eso que son un "must" para todos aquellos visitantes que, aparte de tener en el ideal darse un refrescante baño en el océano, buscan la perfección de una experiencia local de enfrentarse con el mar de manera inteligente y sencilla.

Mis cuatro favoritas en la isla son El Calelón de Garachico, La piscina de El Guincho en San Miguel, las piscinas de Bajamar y el Charco de la Laja en San Juan de la Rambla.

Las piscinas naturales de El Caletón de Garachico se han adaptado a las formas hechas por la lava que solidificó después de la erupción volcánica que tuvo lugar hace más de 300 años en ese rincón del norte de la isla de Tenerife. Las aguas son verdes y cristalinas y la mano del hombre, al estilo César Manrique, las ha bordeado de blanco haciéndolas más amables y brillantes al sol.

El encanto especial de las piscinas de Bajamar es algo que ningún tinerfeño ni visitante debería perderse. La experiencia de ver como poderosas olas rompen majestuosamente contra el rompeolas desde la comodidad pacífica de una de las dos piscinas naturales es algo mágico e impagable.

La piscina del Guincho, en la costa de San Miguel, en el sur de la isla, es un caso especial, donde la mano del arquitecto (aquí Fernando Menis) ayuda a la naturaleza dirigiendo las energías que se encuentran en la fuerza del océano Atlántico para llenar y renovar el volumen de agua que abastece a la piscina de una manera natural. Esta intervención suave minimiza el impacto en el paisaje y utiliza los recursos naturales del lugar de manera sostenible y bella.

Por último el maravilloso Charco de la Laja nos espera apacible en San Juan de la Rambla. Es un pequeño paraíso volcánico, de nuevo creado a partir de las caprichosas formas de la lava, es uno de los lugares más bellos de la costa norte de Tenerife. Sus aguas transparentes y tranquilas, lo convierten en un el lugar ideal para conectar con la naturaleza en un entorno fascinante.

Merece la pena dar un paseo por el litoral de la isla y tropezarse con uno de esos lugares de baño que los isleños hemos sabido acondicionar para disfrutar del mar sin someternos a su vigor y potencia. Estas y otras piscinas estarán expuestas en la Summer Exhibition Tenerife que se inaugurará el 4 de julio en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife.