Las casi decimonómicas películas "Viaje a la Luna" (1902) y "El viaje imposible" (1904) son dos de los filmes que firmó el cineasta francés Georges Méliès (1891-1938) en los albores del séptimo arte, tras la invención del cinematógrafo por los hermanos Lumiere en 1895.

El conocido como el "mago del cine", por ser el introductor de los efectos especiales en este medio, es el protagonista de una magna exposición que se inauguró ayer en la sala del Espacio Cultural CajaCanarias en Santa Cruz de Tenerife, donde se han reunido alrededor de ciento cincuenta piezas, entre películas, dibujos, máquinas, vestuario y otros objetos de aquella época que se podrán contemplar hasta el próximo 15 de octubre.

Esta iniciativa de la Fundación CajaCanarias (Alberto Delgado) y la Obra Social de La Caixa (Juan Ramón Fuertes), que ha contado con la colaboración de la Cinèmathèque Française, estará complementada con un ciclo de charlas, en septiembre y octubre, en las que se abordarán distintos aspectos de la obra del cineasta, ilusionista, actor, decorador, técnico y fabricante de juguetes, además de productor, realizador y distribuidor de medio millar de películas entre los años 1892 y 1912.

Todas estas facetas creativas están presentes en "Georges Méliès. La magia del cine", muestra que se ha estructurado en tres grandes bloques. El primero trata sobre la influencia de las sombras chinescas y la linterna mágica en el cine que propuso después el cineasta parisino, en el que aplicó las luces estroboscópicas, los decorados sucesivos y móviles, la estereoscopia y la fotografía en movimiento.

La segunda sección se centra en la figura de Méliès, como cineasta y mago, y en las primeras películas que realizó, su valorado el filme titulado "Viaje a la luna", inspirado en la obra de escritores como Julio Verne y H.G. Wells, una treintena de escenas que en trece minutos reflejan la fantasía y los trucos que utilizó en su rodaje. El último apartado ofrece apuntes biográficos sobre su existencia.

El comisario de la exposición, Laurent Mannoni, destacó en la inauguración que la obra de Méliès se caracteriza "por un control prodigioso de los efectos especiales, tanto es así que se le considera su padre fundador. Hoy en día, los grandes directores norteamericanos le rinden tributo".