La Navidad para muchos agricultores comienza en el mes de julio, al menos para los productores de flor de Pascua o poinsettia. En esta época, la mayoría de los viveros de Tenerife dedicados a este cultivo comienzan su trabajo.

En la actualidad, a las variedades tradicionales se suman las rosadas, amarillas o salmón matizadas, incluso, en forma de rosa salvaje. Sea cual sea la finalmente elegida es, en el mes de julio, cuando los profesionales se preparan adquiriendo y plantando esquejes enraizados para producir la que se convertirá en la reina de las fiestas navideñas. Se emplea este procedimiento porque la planta madre es difícil de mantener y adecuar a la calidad actual.

A día de hoy, la flor de Pascua es una de las especies comercializadas más importantes del mundo y su popularidad se debe al estadounidense Joel Robert Poinsett, médico y amante de la botánica.

La Euphorbia pulcherrima (nombre científico), poinsettia o flor de Pascua es un arbusto caduco de la familia de las euforbiáceas y originaria de México. En estado natural puede alcanzar los 3 metros de altura. Las civilizaciones precolombinas ya la usaban como ofrenda a los dioses y planta medicinal. Se conocen escritos en los que aparece como símbolo navideño de los monjes españoles en México en el s. XVII, que asociaban el rojo de sus brácteas con las llagas de Cristo.

A finales del siglo XIX se introduce en Europa extendiéndose como planta cultivada en todas las regiones del hemisferio norte, donde se ha convertido en un símbolo de la Navidad.

La Euphorbia pulcherrima, poinsettia o flor de Pascua, es una planta hermosa que hace muy felices a los consumidores, pero es tan exigente que su cultivo constituye aún un desafío para los mejores productores.

A partir de la plantación, se deben controlar de manera exhaustiva una serie de factores como la luminosidad, el riego, la temperatura y los tratamientos fitosanitarios, sobre todo los tratamientos con reguladores de crecimiento para conseguir plantas formadas adecuadamente.

Llevar a cabo todas estas labores precisa de mano de obra especializada, que se intensifica cuando se está más próximo al momento de su comercialización, en el mes de diciembre. Se trata de un cultivo delicado, difícil y de alto riesgo que hay que saber manejar muy bien para que resulte rentable.

Debido a que el cultivo de la flor de Pascua es de aproximadamente seis meses, el productor debe proporcionarle todos los nutrientes necesarios para su desarrollo óptimo. La selección del fertilizante debe realizarse tomando en consideración la calidad del agua, las necesidades de la planta, la etapa del desarrollo y su interacción con el sustrato.

El sustrato empleado para esta planta debe tener un drenaje y aireación adecuada. La calidad del agua es un factor limitante, ya que ejerce una influencia directa en el PH y en la disponibilidad de nutrientes.

El calor y la humedad existentes en el ambiente de propagación provoca que los esquejes de poinsettias sean susceptibles de frecuentes enfermedades como son botrytis y rhizoctonia y a plagas como mosca blanca.

En la actualidad la legislación obliga a emplear agricultura integrada para el control de plagas y enfermedades. La práctica de este método, en el que se utilizan insectos beneficiosos así como recursos y mecanismos de producción natural, resulta más eficaz, desde un punto de vista agronómico y fitosanitario, además de contribuir al sostenimiento del medio ambiente.

Toda la flor de Pascua que se produce en Canarias se destina al abastecimiento del mercado interior, al tratarse de una planta que no soporta bien más de una semana de viaje y ser demasiado delicada para su traslado en barco hasta la Península.

Por tanto, del éxito del trabajo de nuestros agricultores depende un correcto abastecimiento en las próximas Navidades. Les queda por delante todo un verano de esfuerzo y dedicación.