"Escribir sobre Luis Cabrera pasa por reconocer a su persona, un hombre entrañable; amable, generoso, riguroso, me atrevo a decir un genio. Como un día me enseñó Alberto Schommer, lo podría calificar como un 11, siguiendo su teoría, la de las personas 11, que estribaba en una suma sencilla, aunque difícil de lograr, el diez propio de muchos sabios y el uno que le asignaba al humanismo como actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos, o sea, 10 +1 = 11; una buena y sabia persona que basa su existencia en el estudio, pero con una carga aún más importante de bienes morales como agradecimiento, amistad, respeto, amor, bondad, dignidad, generosidad, honestidad, humildad, laboriosidad, lealtad, libertad, perseverancia, prudencia, responsabilidad, solidaridad, tolerancia...", subraya el arquitecto Ramiro Cuende Tascón.

Luis Cabrera (Madrid, 1911 - S/C de Tenerife, 1980), hijo del notable físico lanzaroteño Blas Cabrera cursó estudios de Arquitectura y Urbanismo en la capital de España, donde inició su carrera profesional, donde trabajó en proyectos como el Ministerio del Aire o los proyectos que llevó a cabo para el Instituto Nacional de Técnica Espacial, el actual INTA, y otros.

Se vino a Tenerife en 1951, de la mano de su esposa Victoria Pérez, para redactar junto con Enrique Rumeu de Armas el primer Plan General que tuvo la ciudad de Santa Cruz de Tenerife y su impronta ha quedado presente en la ciudad.

¿Puede considerarse un artista, en el sentido más profundo del concepto, o un profesional correcto?

El arquitecto Cabrera forma parte de una generación de arquitectos españoles que, ante todo, querían ser personas y no personajes o personalidades: trabajaban para las gentes. Podían parecer simples, pero pienso que eran todo menos elementales; una generación bien formada y con mucho criterio. Se encontraron con la posguerra, un momento nada sencillo, viviendo el monopolio imperante impuesto por el franquismo, si bien algunos, como es el caso de nuestro maestro, intentaron con dificultades encontrar fisuras por las que proponer una arquitectura digna frente a los estilos impuestos como los neoregionalismos o los autarquismos. Muchos ejemplos recuerdan la negación de obras que hubieron de transformarse para tranquilidad del régimen que basaba parte de su autoritarismo en la negación de cualquier atisbo de cultura o intelecto. Se hacía difícil, requería de mucha capacidad y del talento que no todos atesoraban. Como expresó con meridiana claridad Rafael Moneo se trataba de practicar un eclecticismo ilustrado y una actitud equilibrada, lo anterior con la dura finalidad de colarse de puntillas por la aguerrida censura de la dictadura. A mi entender, si algo podría definir la arquitectura de Luis Cabrera para mí sería un libre equilibrio.

¿Cómo lo recuerda?

Como un artista que hacía arquitectura, envuelto en su bata, pintando con su regla de cálculo siempre presente y con la suficiente capacidad y libertad para moverse con oficio en un mundo complejo. Quizá sirva esta frase de Le Corbusier para resumir la trayectoria vital de este arquitecto tinerfeño: "Si merezco algo de gratitud pública no es por los palacios que hice, sino por haber abordado el problema de la arquitectura, el arte, la expresión de la sensibilidad humana. Sentí que la vivienda era el lugar de la familia, y que se podría probar algo grande por ese lado, en que hallé que había gran parte de la felicidad humana".

¿Cuáles son los ejemplos más relevantes de su arquitectura en Tenerife?

Entre sus edificios más singulares cabe destacar el conjunto de viviendas y bajo comercial Matutano, en el que trabajé durante 10 años y del que como usuario he de decir que es sencillamente maravilloso; el edificio de Financiera Canaria, actualmente sede central de la Policía Local de Santa Cruz; los hoteles Tenerife Playa y Gran Tinerfe; la estación de servicio DISA; La Estrella, en Puerto de la Cruz; el edificio LUVIC Luis y Victoria; el edificio de apartamentos en Playa Chica, junto a la playa de Las Gaviotas; edificio de apartamentos en Callao Salvaje; la iglesia de San Pío X, el edificio de Coca Cola, el edificio de viviendas de la Autoridad Portuaria, y otras.

¿Y su bagaje?

En su etapa universitaria y formativa en el Madrid de preguerra conoció y aprendió de los arquitectos españoles de la época, bajo la tutela de Fernando García Mercadal, profesor de la recién creada ETSA de Madrid, escuela que dirigía Modesto López Otero, y a la que Luis Cabrera se incorporó con 17 años, allá por 1928. Colaboró en despachos profesionales como el de Luis Gutiérrez Soto, figura clave del funcionalismo español, o el del arquitecto José Antonio Corrales, con el que trabajó en diversos concursos. Como escribió el historiador Kumar Kislo, y hago mío, en estas mimbres nace: "El discreto encanto de Luis Cabrera".

¿En qué se basaba ese encanto?

En un compromiso personal con todo lo que vivía y hacía. Merece resaltar su admiración por Le Corbusier y su coetaneidad con los de su generación, con los movimientos de todo tipo que pululaban cuidadosamente por aquellos convulsos tiempos.

¿Y su faceta de urbanista?

Como tal realizó muchos planes generales, parciales, como el ya citado de Santa Cruz; el del Puerto de la Cruz, el de Granadilla de Abona, Icod de Los Vinos, Güímar, y urbanizaciones como Tabaiba, Costa del Silencio, Callao Salvaje, en todos ellos aún se convive con su impronta.

¿Cómo definiría su arquitectura?

Sencilla, mágica, comprometida, ligera, rigurosa, científica, humana... Hablar de la obra de Luis Cabrera, obliga a hablar de arquitectura con mayúsculas. Una obra que ofrece desde la razón tecnológica la de un virtuoso estructurista, rayano en los límites de sus matemáticos sueños, hasta la intuición de la funcionalidad el placer de lo vivible con la calma de unos espacios soñados, así entiendo su trabajo. Nació entre experimentos y vivió experimentando, un arquitecto intuitivo que tentó con las formas, con los detalles constructivos y con la ligereza de sus piezas, sirva como ejemplo la gasolinera de Puerto de La Cruz, en la que a pesar de la precariedad de las condiciones constructivas locales, logró la ingravidez. En sus arquitecturas existe siempre una suerte de conexión entre interior y exterior y viceversa, que solo se consiguen con las celosías y el cristal, a más de los vuelos de sus ligeras láminas, en sintonía con la producción iberoamericana de aquel tiempo. Nunca cesó de experimentar con los materiales, me atrevo a afirmar que jugaba con el hormigón armado llevándolo al extremo de sus capacidades. Lo cual en alguna ocasión le generó complicaciones de las que siempre salió airoso, gracias al apoyo de sus colegas, entre los que existía una gran dosis de generosidad. Hoy es una referencia y figura clave de la arquitectura canaria. Cabrera tuvo que trabajar con su ciencia, su ingenio y su intuición, debido a la carencia de materiales.

Se trata de un gran desconocido ¿Considera que merece algún reconocimiento que lleve su nombre?

Jacques Herzog dijo de Cabrera que lo que más le atrae de este creador son sus experimentos con el hormigón y la imagen de ciudad que tiene su arquitectura. Pero sobre todo resalta su carácter investigador. Como he repetido en incontables ocasiones, por lo general, lo nuestro y los nuestros siempre están en un segundo plano. Sentimos una extraña vergüenza o pudor por lo nuestro, salvo excepciones que tienden a exaltar el folclorismo. Hemos pasado ser una referencia para el pensamiento, el encuentro reflexivo, un crisol de culturas, a ser un lugar anónimo aunque curiosamente deseado. Sí, un desconocido. Merecería recibir a título póstumo la Medalla de Oro de Tenerife o el nombramiento como Hijo Adoptivo de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife.

¿En qué estilo arquitectónico podría encuadrarse?

Compartiría lo que dijo Le Corbusier al final de sus días: sabemos lo que es bueno y lo que es malo. Luis Cabrera fue un científico con una capacidad intuitiva mágica, que practicaba un funcionalismo real haciendo arquitectura para las personas.

¿Conoce alguna anécdota que merezca una especial mención?

Si, son incontables. Recuerdo que alguien nos relató que cuando estaban construyendo la ligera lámina que por un tiempo fue la que dio sombra a la llegada del hotel Tenerife Playa, fueron de visita de obra de paseo al Puerto de la Cruz; su propietario Cándido GarcíaSanjuán, el constructor Luis Díaz de Losada y nuestro arquitecto, al ver los encofrados y los sencillos armados le dijeron: "Luis, eso cuando lo desencofres se cae". Y él contestó que no, que estuvieran tranquilos. Siguieron con sus dudas hasta que Luis propuso una apuesta: "Voy a meter en la azotea un saco de cemento de 50 kilos en un bidón de 500 litros de agua, y cuando se haya convertido en una roca lo lanzamos sobre el porche y vemos qué pasa". Unos rieron y alguien apostó, no me pregunte qué. Pasaron los días, se desencofró el motivo de la apuesta. Subieron los tres a la azotea y, dicho y hecho. Dos operarios aventaron el saco al aire y al chocar con la lámina de la que rebotó para caer en la playa, actuó como una cama elástica, cosa que sabía o intuía LuisCabrera, quien les ganó la apuesta a sus amigos. Así vivían.

Y en el plano más personal, ¿cuál guarda en el recuerdo?

Esta me afecta en el mejor sentido; otra genialidad de Luis Cabrera, aquel desinquieto intelectual, que seguía las corrientes al uso como no podía ser de otra manera. Cuando por los años 60 en Estados Unidos se puso de moda la fabricación de casas móviles, plegables, prefabricadas, etcétera, cogió la maleta y se fue a Denver, desde allí se trajo dos casas plegables que depositó en Callao Salvaje, dos vagones que se habían fabricado en Houston y que hoy siguen funcionando perfectamente en La Laguna tras 43 años. Las cosas que a Luis se le ocurrían son inagotables...

La singular parroquia de San Pío X

Un ejemplo que serviría para expresar esta actitud vital sería la Parroquia de San Pio X, en la que consigue una "soberbia pincelada" de lo definido por Moneo, una iglesia al aire libre inaugurada en 1963, como expresó el arquitecto Fernández Cobián en su trabajo: "Espacios temporales para la liturgia ¿evolución tipológica o disolución identitaria?". Cabrera se atrevió a realizar esta iglesia, entre otras cuestiones, por lo benigno del clima. Su uso es permanente y, por lo tanto, una sutil celosía circular acota mínimamente la nave. Pero con celosía o sin ella, estas capillas abiertas plantean un gran problema teórico, más propio de rancios teólogos que de los pobres practicantes: ¿dónde empieza y dónde acaba el espacio sagrado? "Pienso que el arquitecto Cabrera no tenía dudas sobre este angosto problema, lo hizo así porque era un humanista en toda regla que no se daba golpes de pecho para la galería; un hombre capaz de unir su ímpetu técnico con la reflexión, en el que la razón controla la producción y la economía, así como, su adecuación a la función, y la cavilación los problemas del espacio y sensación, sin perder de vista, la psicosociología, en fin, la componente social de la arquitectura", subraya Ramiro Cuende.