Leiva, tan objeto de elogio por sus seguidores como de crítica por los rockeros más ortodoxos, ha dado otro paso al frente al desprenderse en su nuevo álbum, "Monstruos", de muchos demonios internos, y asevera que ya no tiene que demostrar nada a nadie.

"Ha sido un ejercicio de reconciliación conmigo mismo. He dejado de preocuparme de tener el control, de que el disco fuera perfecto y, sobre todo, de lo que la gente pudiera pensar de él. Es mi disco y son mis canciones. No puedes agradar a todo el mundo, pero he tardado en ser consciente de ello. No tengo nada que demostrar a nadie", asevera José Miguel Conejo (Madrid, 1980).

Como resultado de esa nueva actitud, de su tercer álbum en solitario, quesale a la venta y se publica tras su etapa previa en Pereza y de sus álbumes "Diciembre" (2012) y "Pólvora" (2014), dice que es "el disco menos obsesionado" que ha hecho y "el más ligero de equipaje, el más vital".

Con su nuevo trabajo, "Monstruos", se ha desprendido de muchos demonios interiores

"Ha sido el más fácil de mi vida, tanto en composición como grabación. En el estudio sufro bastante, pero, en este caso, con mucha ayuda de Carlos Raya, el productor, entramos sin maquetas y armamos los temas con la banda, lo que le ha dado a todo un tono bastante amable y despreocupado. Me he dado cuenta de que esa despreocupación en un disco es buena", enfatiza.

Concebidas en casa con una guitarra acústica y un melotrón, las canciones encontraron con esa nueva forma de trabajar "una crudeza de banda" que le gusta. "Ese espíritu roquero que he recuperado desde hace algún tiempo me sienta muy bien", opina el músico, que tiende aquí más que nunca a la épica guitarrera, muy a su pesar, confiesa el madrileño, que se encuentra trabajando en el nuevo disco de Joaquín Sabina.