Tiró de una frase que se incluye en la letra de un fandango de Pepe Isidro para abreviar su estado de ánimo tras firmar su cese como director del Museo Histórico Militar de Canarias: "Que aunque me voy, no me voy", dijo el general de brigada José Alberto Ruiz de Oña Domínguez en el inicio de un discurso corto y emotivo. "Me va a resultar difícil decir algo coherente", añadió el santanderino antes de rebobinar su estancia en las Fuerzas Armadas hasta agosto de 1976. "Nunca imaginé una despedida así", incidió un militar que cubrió su primer destino como teniente en Hoya Fría. En la Isla conoció a la que es su esposa, y a la Isla regresó para desempeñar una de las misiones más complicadas cuando el drama de la inmigración -en el acuartelamiento de Los Rodeos se montó un centro de acogida que llegó a saturarse en varias fases- golpeó de frente a las Islas.

A pesar de las dificultades que encontró para armar sus reflexiones, el general no obvió una parte que claramente estaba dirigida a sus aliados. "Gracias a todas las personas que me ayudaron a que este gran destino fuera más fácil", precisó sin apartar la mirada de un pasado que constituye un pilar en la consolidación del Museo Histórico Militar de Canarias como espacio de gran valor en el mapa cultural del Archipiélago. "Mi labor al frente del museo se vio facilitada por el papel que desempeñaron muchas personas desde el inicio de este proyecto... Si algo he logrado durante este tiempo fue fruto de su colaboración. ¡Gracias!". Políticos, gestores culturales y miembros de distintos colectivos sociales también se convirtieron en el blanco favorito de los agradecimientos que encadenó Ruiz de Oña Domínguez. "Me gustaría exaltar el altruismo con el que trabajaron muchas personas y, sobre todo, el espíritu de colaboración que he sentido por parte de mis estrechos colaboradores", afirmó en la última parte de una alocución que concentró en la persona de su sustituto.

Para el general Fernando González Ortega reclamó la "misma predisposición" que encontró él a la hora de ser considerado por sus "vecinos" como un toscalero más. "Estoy convencido de que lo van a acoger como uno más de ustedes porque yo he recibido muchas muestras de cariño a lo largo de estos años", concluyó no sin liberar a sus compañeros y amigos de la "carga" que ha supuesto trabajar a su lado. "Mi familia y ellos son los que más y mejor me han aguantado durante este periodo". Así se despidió cuarenta años más tarde el general José Alberto Ruiz de Oña Domínguez.

José Alberto Ruiz de Oña Domínguez

General de Brigada