Con todo listo para que arranque una nueva etapa donde "la vuelta al cole" da el pistoletazo de salida, las viviendas, comercios y oficinas comienzan a llenarse de ilusiones. Unos han aprovechado el tiempo de descanso para poner en orden los diferentes espacios, otros para restaurar el mobiliario y algunos se han atrevido a hacer reformas; la realidad es que las bases están listas y lo que queda es dar pequeños guiños que hagan de meras estancias espacios vivos. El arte floral siempre es un buen aliado para demostrar ese toque de buen gusto.

Cuando se trata de flores naturales, la estación en la que entramos tal vez no es la que nos parece más propicia para dar luz y color, sin embargo todo es cuestión de buenas intenciones, algunas pautas, así como interesarnos por lo que los entendidos nos proponen.

Las tendencias están ahí, cada cual se decantará por el aroma, composición y soporte que más sintonice con su forma de ver la vida, carácter o ambiente que quiere crear.

Hoy en interiorismo se apuesta por ramos "desestructurados", donde el verde que ofrecen: yedras (Hedera helix), hojas de olivo o eucalipto nos darán la base para crear una obra que simule haber recogido los elementos en alguno de los montes de las Islas. Sobre el tono principal de la vegetación, los plumachos (Cortaderia selloana), similares en forma y textura al "rabo de gato" (Pennisetum setaceum), darán un aspecto asilvestrado a los hogares, escaparates y eventos que llegarán durante el mes de septiembre. Aunque busquemos esa sensación desenfadada, natural y casual, se aportará un toque sofisticado con el color del oro que otorgan los solidagos.

La combinación entre todos ellos, poseedores de distintas formas, lograrán los volúmenes protagonistas para el arreglo floral que parece carecer de las técnicas, que utilizan los más preciados maestros floristas, aunque manteniendo la lógica en proporciones y maneras. Las flores silvestres: amapolas, clavelitos o margaritas compartirán jarrón o cereta incluso para los lugares o eventos más pomposos.

Los paisajes selváticos que se presentan en tapicerías, papeles pintados, mantelerías incluso cristalerías, también se hacen hueco en los centros florales. Abusaremos de hojas verdes bien definidas como la capa de la reina (Liguaria capensis) o la tan perfilada "costilla de Adán" (monstera). Este tipo de elementos tienen multitud de posiciones, los podremos ver tanto cubriendo los tallos de las flores en jarrones de vidrio como haciendo de bajoplato, incluso acompañando el asiento que tomarán los invitados a un elegante convite.

Si la intención es crear un espacio con cierto aspecto exótico, la flor que complementará la decoración es la protea. El tono rosa empolvado romperá el verde limpio y brillante de las otras hojas. Los verodes, (de la familia de Kleinia neriifolia, especie endémica de nuestras islas) con ese punto matizado como si de estar cubierto de polvos talco fuera, lograrán darle dinamismo al trabajo.

Los elementos clásicos vuelven a asomarse, llegan tímidamente, pero parece que retomarán su posición en lo que a decoración se refiere. Las bases de formas y materiales tradicionales abandonan las zonas de almacenamiento para cobrar protagonismo junto a la vegetación más romántica: las majestuosas flores de mundo (hydrangea hortensia), las deliciosas rosas de Ecuador o incluso las delicadas peonías. Ni su fragancia ni su sutileza han dejado de estar entre nuestras sensaciones.

En lo que a novedades se refiere las plantas aromáticas: tomillo, albahaca, incluso orégano se ubicarán a modo de elemento ornamental tanto en cocinas como en baños o salas de estar.

Envueltos en característicos perfumes, sensaciones vegetales y estéticas. cuidadas, cualquier simple estancia podrá pasar a convertirse en un espacio vivo.