Visitar el hotel Banyan Tree Lijiang, situado en la provincia de Yunnan, China, es como entrar en un encantador y delicado cuento de hadas oriental. Toda la esencia de lo que entendemos por Oriente en Europa está allí recogida de una manera mágica.

La cultura Naxi de la zona inspira la arquitectura de este hotel. Los Naxi son descendientes de los nómadas Qiang, una de las etnias más antiguas de China, que durante la Revolución Cultural fue muy perseguida, sobre todo su música, pero también el resto de sus tradiciones. Y al igual que las de los Naxi las 55 habitaciones del hotel están construidas alrededor de un patio central, en forma de villas con una arquitectura simple, conservando sin embargo una complejidad barroca en puertas y ventanas y mezcladas en un suave laberinto formidable, de grandes patios, paseos y jardines que dan al hotel un atractivo exótico multiplicado al contemplar la legendaria monumentalidad de la Montaña Nevada del Dragón de Jade.

Las hermosas villas retratan con precisión la antigua cultura Naxi reflejando el matrimonio de los chinos Han con la civilización tibetana. Cada una está decorada en el estilo local con una mezcla rica de profundos colores rojizos, tonos de oro y techos tradicionales de teja, entre negra y gris, y piedra tradicional, que parece estar allí colocada desde hace miles de años. Cada villa cuenta con su propio jardín privado. Todos los detalles están pensados para que den ganas de dejar el mundo atrás cuando te adentras a recorrer sus largos caminos entre las villas hacia la Pagoda Central.

Oscurece pronto, es un lugar frío, rodeado de montañas, a 2.000 metros de altitud, donde lo exótico no termina con la decoración. La cena a la luz de la luna en la Pagoda, al aire libre, al estilo Naxi, está perfectamente diseñada en cuanto a la iluminación. Las calles adoquinadas, o hechas con piedras grandes desordenadas pero a la vez en perfecto orden, las zonas de cayados, todo en el gris de la piedra local, en el gris de las montañas que nos rodean.

El hotel Banyan Tree de Lijiang ha ganado múltiples premios como Resort, y contiene el espíritu de la ciudad de Lijiang, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO apenas dos años antes de La Laguna, en 1997. Lijiang hace honor a su sobrenombre de la Venecia de Oriente y en Banyan Tree Lijiang lo celebran jugando con el agua que crea centelleantes reflejos en los árboles, paredes y juega con la iluminación de manera magistral.

En este hotel la arquitectura tradicional se armoniza con el ritmo que la modernidad global ha llevado a China en los últimos decenios, produciendo una mezcla dulce y elegante de orientalismo que extiende la perseguida perfección del viejo mundo a la nueva China opulenta y adoradora del confort de hoy. En cada villa puedes encontrar objetos de arte locales colocados con un gusto refinado que añaden un toque exótico, de santuario clásico, a cada habitación.

La oferta culinaria es otro lujo para los sentidos. Puedes cenar en el Restaurante Bai Yun, especializado en comida cantonesa, con sus muebles lacados de madera oscura, su decoración dorada y verde y sus grandes ventanales dando a un jardín interior de bonsays, o puedes optar por una muestra de platos locales e internacionales en la cafetería Ming Yue con mezcla de blancos, rojos, dorados y anaranjados y grandes ventanales que dan a los jardines de bambú, siempre mecidos y susurrantes gracias a la brisa fresca de las montañas. Pero lo mejor de la oferta culinaria, si te gusta la soledad, es la gastronomía en la intimidad, en la que puedes disfrutar de un espléndido banquete de seis platos durante una fiesta privada imperial, o disfrutar de un menú personalizado en el estilo de Naxi en la Moonlight Pagoda, con vistas a la imponente Montaña Nevada del Dragón de Jade, que te parece recortada sobre un fondo de cielo pintado, o simplemente tomar la cena en el jardín privado de una de las villas. En definitiva, este hotel no es solo arquitectura, sino que es una arquitectura de la experiencia, cada rincón es una placentera sensación.