Mariam Moragas

Si les preguntamos a los interioristas más destacados, dentro o fuera de Tenerife, qué es tendencia en decoración, entre los imprescindibles, hablarán de los papeles pintados. Muchos pensarán que no es ninguna novedad y están en lo cierto. Nacieron en Oriente a principios del s. XX, sin embargo han tenido momentos de esplendor, pero también épocas de crisis. Tal vez la situación económica influya. Hoy están en boga, son el acabado preferido para todos los que pretenden hacer de una estancia un espacio diferente.

Los movimientos de los años 60/70 se hicieron también visibles en la decoración. Entre otras muchas cosas, las paredes tomaban colores y figuras a través de estos tapices. Se buscaba estar cerca de todo lo que pudiera dar esperanza.

Los dibujos, enmarcados en el Op Art (optical art) que ideaba el artista Víctor Vasarely, seguramente habrán sido los más reproducidos, llevados normalmente a un único testero por la fuerza que poseen. Aunque esas formas abstractas fueran las que más han llegado al público, otras formas geométricas no han cesado hasta tomar protagonismo, tanto en espacios dedicados al ocio como en las viviendas con más personalidad. En líneas rectas, menos arriesgadas, la apuesta por las rayas es de las que se puede llevar a casi todas partes. Se proponen clásicas, rectas y bien formadas, aunque también encontraremos algunas desestructuradas como si se hubieran mojado y la pintura se saliera de los trazos. El cabecero de un dormitorio puede estar adornado con este tipo de motivos, normalmente en dualidad de colores complementarios entre sí, sin duda el blanco y negro o el blanco y beige han sido los matrimonios que desde hace años han funcionado.

Otras tendencias que llegaban el año pasado y que parece que no abandonan nuestras paredes son los motivos selváticos. Las palmeras, que se pierden entre un bosque para encontrarse con algunas aves, normalmente loros, y que se visten de colores vivos, fueron un "boom" en los meses que dejamos atrás, y podríamos encontrarlos en infinidad de lugares. Lo curioso está en que un motivo tan marcado no pierda protagonismo, y que incluso llegue a afianzarse. Se acentúa y se actualiza con reflejos metalizados: ocres y anaranjados.

Rosas, orquídeas o tulipanes, ya sea en ramos, flor cortada o brotes, también están presentes, dan carisma. Según la tonalidad con la que se juegue pueden ser románticos, a base de empolvados; infantiles, con colores vivos que evocan otros momentos; o acogedor cuando el tono amarillento da aspecto de ser un papel antiguo, muy común cuando se hace similar a las cretonas inglesas que se usan en tapicería. Esos brillos dorados son visibles, se vuelven fuertes y relucientes en las propuestas barrocas, elegantes y sofisticadas. El lujo es una de las características más evidentes en este tipo de acabado, sea cual fuere el motivo que dibuje.

Los materiales que permiten apoyarse en nuestras paredes, tienen diferentes texturas, terminaciones y precios. Algunos papeles necesitan que su dibujo se salga de lo que es estrictamente plano, por ello se atreverán con los gofrados, bailando con los relieves, reales o insinuados. Otros juegan con la naturaleza en lo que a dibujo y material se refiere. Veremos cañas de bambú o cortezas. Cuando se busca fuerza la apuesta por los metálicos será siempre un acierto. Sin embargo los que pretenden moverse en la historia considerarán que el efecto textil es el idóneo para mostrarse sobre el tabique. Hay quien se decanta por el uso de técnicas de otro momento, similar al puntillismo, lográndose a base de perlas de vidrio. Las texturas más atrevidas se consiguen con los papeles que son arrugados. Sin embargo el efecto del cuero aportará mucha clase.

Los vinilos, texturizados o autoadhesivos, se abren para ofrecer más posibilidades sobre el papel que juegan los papeles.