En esta artista, la manera de mirar representa un ejercicio pausado, minucioso y profundo, un acto de reflexión previa que conduce a un singular proceso creativo. De ahí que objetos cotidianos y en apariencia insustanciales y comunes, que pasan desapercibidos en el trasunto diario, a sus ojos se transformen en elementos con lenguaje propio. Así, desde la impronta fotográfica y el posterior tratamiento informático se incorporan al soporte expositivo con capacidad para sugerir "algo hermoso, original y único", precisa. Es el caso de una mancha de pintura roja sobre el asfalto, de rasgos volcánicos y cautivadora asimetría, pieza profundamente telúrica; también una marca de cola, rastro de una madeja de cables blancos y goma gris entrelazados a la manera de un criptograma que, tras despegarse o arrancarse la línea telefónica, lucen ahora fundidos cual inseparables amantes, o una cementera que la artista ha reconvertido en procesador de perlas de origen desconocido, evocación quizás de un escenario de corte futurista.

Desde otro plano, con el pincel moviéndose entre los dedos, la mar va llenando el lienzo de forma espontánea, un motivo que se manifiesta en esta creadora de manera natural, con tonos azules y formas coralinas, y donde se dibuja la armonía y el equilibrio de las formas y la viveza de los colores.

Acaso, la artista propone rebelarse ante los corsés que imponen los cánones de belleza y plantea una revolución, pero entendida como cambio, sin traumas, "con serenidad y sin estridencias", explica, a partir de reivindicar la adopción de nuevas miradas.

En esencia, Irene Amigó, desde lo que califica como un personal estilo abstracto, sostiene que el arte representa la capacidad de crear, de "provocar sensaciones y emociones placenteras", al tiempo que se muestra crítica sobre un supuesto arte de vanguardia sobre el el que dice abandera la máxima del "todo vale y en el que predomina el concepto y la provocación sobre la belleza". En este sentido, cuestiona que estos movimientos abran la puerta a "la tomadura de pelo, reflejo de una sociedad nihilista, en crisis y autoconsumista, dejando paso a la estafa y la especulación".

La obra de arte, objeto de mercadeo.