Carmen, Nacho o Teresa "viven sin vivir" en ellos, tal es la satisfacción que les provoca "añadir vida a los años", como también ilusión les procura el proyecto "Entre versos y Marsillach", que en esencia busca la participación social a través del teatro, potenciar valores como la empatía y el trabajo en equipo, habilidades como la memorización desde el recitado... Y el disfrute de la literatura, claro.

La presentación tuvo ayer en el hall del teatro Leal de La Laguna, a pocas horas de su puesta en escena, con la presencia del director territorial de CaixaBank en Canarias, Juan Ramón Fuertes, quien recordó la memoria de Adolfo Marsillach, "que entraba en nuestras casas a través del televisor", decía; la responsable del programa de Personas Mayores de la Obra Social la Caixa, Cristina Segura, para quien este proyecto representa la posibilidad de mostrar "el talento que atesoran los mayores"; el gerente del Organismo Autónomo de Actividades Musicales de La Laguna, Tomás López-Perea, que puso el acento "en la importancia de dignificar a nuestros mayores", y las actrices Blanca Marsillach y Mónica Buiza, junto a nueve actores sin experiencia previa pero con una ilusión infinita.

"Una noche con los clásicos", aquella obra que Adolfo Marsillach representó junto a Amparo Rivelles y María Jesús Valdés, inspira este montaje que contiene piezas como "Poderoso caballero es Don Dinero", del genial y chispeante Francisco de Quevedo; "Sonetos", del insigne Lope de Vega; "Que se nos va la Pascua, mozas" y "Letrillas", del culterano Góngora; "Canciones de San Juan de la Cruz" y "Vivo sin vivir en mí", de la mística Santa Teresa de Jesús, e incluso la "Elegía a Ramón Sijé" de Miguel Hernández, textos que jalonan un brillante recorrido por la época del Siglo de Oro de la literatura en España, más el añadido de dos obras del poeta de Orihuela.

El elenco lo componen nueve personas, procedentes del Club de Lectura del Centro Isidro Rodríguez Castro, que nunca hasta ahora habían pisado las tablas y que desarrollan una interpretación dramatizada del verso, asimilando los códigos de la escena.

"Mi padre estaría orgulloso", comentó Blanca Marsillach con el rostro iluminado (y no era impostación). La actriz entiende que estas iniciativas contribuyen a que el legado de su padre, actor y director, creador de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, permanezca vivo, en la idea de que el escenario es lugar de encuentro y también tabla de salvación. Basta una retroproyección, luz, música y voz.

"Este montaje ha viajado mucho", como la palabra, y Miguel Hernández, a pesar de no ser un autor del Siglo de Oro, "representa un homenaje al desgarro, a los seres que se fueron (como el propio Adolfo Marsillach), subraya Mónica Buiza, quien en cada ciudad donde se representa el espectáculo "siempre he percibido un acento especial".

Y desde el verso endecasílabo, la musicalidad se sucede el recitado.

"A las aladas almas de las rosas...

de almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero". (Telón y aplausos).