El escritor Vicente Molina Foix ha reunido 40 años de ensayismo literario, de textos dedicados a escritores que le han inspirado, en "Enemigos de lo real" (Galaxia Gutenberg), un título "ambiguo y provocador" que ha elegido porque "la literatura es una recalificación de la realidad".

"La literatura no aspira a reproducir la realidad tal cual; la frase de Stendhal sobre el espejo y el camino es brillante, pero él es el primero que no la cumple, no refleja la realidad como un espejo, sino que hace mucho montaje; la literatura es otra realidad, según los románticos, la realidad segunda", ha dicho en una entrevista el escritor que, sobre esta idea, alaba la pintura de Carmen Calvo que su libro lleva en portada.

"Esa imagen es perfecta; una mujer que se mira en un espejo donde se refleja con un antifaz que ella no lleva", ha descrito el autor para insistir en que sus ensayos sobre literatura tratan también de "esa realidad recompuesta que los grandes escritores nos han dejado".

Shakespeare ocupa la parte más extensa del libro, en la que el autor ha reunido los nueve prólogos que escribió para obras del clásico, probablemente uno de los "corpus ensayísticos" más extensos que en lengua castellana se hayan dedicado al británico.

También ha dedicado textos a maestros con los que ha compartido amistad, como Juan Benet o Guillermo Cabrera Infante -Molina Foix es uno de los albaceas de su legado literario-.

"Benet es un grandísimo escritor; cada vez hay más benetianos jóvenes. No es arduo, su dificultad es gratificante, retribuye mucho al lector, y tiene un gran sentido del humor", cree Molina Foix, que desmiente la fama de difícil que pesa sobre su obra.

De Cabrera Infante ha asegurado que fue un escritor que "se adelantó a su tiempo" y ha recordado lo que de él le dijo Susan Sontag en un encuentro en Santander: "Fue el primero de nosotros que lo vio claro", en alusión a la revolución castrista.

Por ese motivo "sufrió el ostracismo de los poderes literarios, por haber sido el primero en denunciar que no se trataba de una mística cubana sino de una dictadura; Cortázar, Gil de Biedma y hasta Barral se portaron mal con él y se quedó en una especie de vacío".

"Pero él no se apartó de esa línea de clarividencia, pagó un precio pero su obra no lo ha pagado, y ''Mea Cuba'' está entre lo mejor de su obra; a veces la política altera al artista, pero no fue el caso de Guillermo, que era el antidogmático y con su humor y sus juegos de palabras supo ser libre", según Molina Foix.

Buena parte de "Enemigos de lo real" se ocupa de autores olvidados, raros o malditos, como Felisberto Hernández, a quien ha descrito como "escritor para escritores", aunque ha advertido de que esa calificación no es de su agrado porque da a entender que los escritores poseen más sabiduría que los lectores.

También aparecen autores que han sufrido "un sepultamiento total", como el caso del cubano Calvert Casey, aunque ha señalado que en su país se le está redescubriendo.

Casey "siempre estuvo en un limbo; era gai y, por tanto, orillado en la Cuba homófoba de Castro aunque no era militante ni sufrió persecución; era bilingüe, trabajó para la ONU como traductor, no se enfrentó a la Revolución... Fue un hombre de gran delicadeza, inteligente y divertido, deslumbraba a todo el que conocía; yo lo llevé a casa de los Panero y se quedaron deslumbrados; deslumbraba por su inteligencia y su modestia", ha añadido.

El autor también mantuvo amistad durante años con Leopoldo María Panero, al que dedica otro ensayo y del que dice que tenía una "cabeza original, creadora, divertida", y aunque ha asegurado que todos los poetas de su generación eran "muy valiosos", el Leopoldo María que él conoció "era el gran talento de la generación".