Utilizando las palabras justas -en una secuencia del segundo acto los espectadores escuchan con cierta nitidez el nombre de la Isla en la que se acaban de instalar los actores-, apostando por el mismo guion que mostraron en el invierno de 2010 en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife y justificando un dominio de la escena de alta escuela. En torno a ese triángulo mágico se movió anoche el estreno de "Slava''s Snowshow" en el Guimerá. El parte meteorológico anuncia cuatro días de tormenta -de aquí al domingo están programadas media docena de funciones-, de una nevada de emociones intensa.

En poco más de una hora el público es testigo de un espectáculo minimalista, onírico, pasional... Un show que nace con la vocación de dejar helados a sus invitados, pero que acaba creando un regusto en sus corazones imposible de explicar. Sí. "Slava''s Snowshow" hipoteca el éxito de su segunda visita a Tenerife al mismo esquema que ya triunfó hace siete años, pero a quién no le apetece rescatar de vez en cuando un clásico: si no existiera esa tendencia a regresar a aquellos lugares que han sido importantes en nuestras vidas nada hubiera sido igual para "Casablanca", "Cien años de soledad" o "Hamlet". Cine, literatura y teatro. Sin ser nada de eso, la experiencia que vivieron ayer las personas que llenaron el Guimerá tiene un poco de eso y de algo más: una dosis de circo por aquí, una pizca de mimo por allá. Todo vale para levantar una historia que se puede interpretar de mil maneras distintas. Solo es necesario dejarse llevar por un universo de sonidos y muecas que destilan humanidad.

Poesía visual con toques de clown refinado. Eso es lo que transmiten unos payasos "desinquietos", nostálgicos, vitalistas... unos actores capaces de "domesticar" a la audiencia sin decir una palabra más alta que otra. ¡La tormenta perfecta se apodera del Guimerá!