La imagen de una de las esculturas más definitorias de una de las etapas creativas de Martín Chirino, su "Herramienta poética e inútil 1995-56", tiene desde hoy sonido propio, una música de Hara Alonso compuesta expresamente para oírse una y otra vez en el museo que la exhibe.

Ruidos de fragua o de chocar de metales y martilleos se combinan, por ello, con "sonidos de agua y de fuego" en esa obra, "La confluencia infinita del infinito", con la que su autora ha ganado la primera edición del Concurso de Composición Musical Martín Chirino, convocado por la fundación que lleva su nombre, con sede en la localidad natal del artista, Las Palmas de Gran Canaria.

En su museo, que muestra una exposición permanente de trabajos del escultor entre los históricos muros de piedra del Castillo de La Luz, la fortaleza del siglo XV donde está ubicado, la "Herramienta poética e inútil 1995-56" ya no podrá contemplarse nunca más en silencio, porque la música de Hara Alonso se escuchará para siempre de fondo, convertida en un elemento más de la creación de Chirino.

Un artista que se ha mostrado "feliz" con la idea tras escuchar él mismo "La confluencia infinita del infinito" y saber que desde hoy quedará ligada estrechamente a su obra, según ha asegurado el director de la Fundación Martín Chirino, Jesús María Castaño, al dar a conocer en rueda de prensa el fallo del jurado de su concurso.

En él se ha decidido premiar, además de a Hara Alonso, leonesa, de 26 años y afincada en Las Palmas de Gran Canaria que se ha hecho acreedora de 4.000 euros y la audición permanente de su música junto a la "Herramienta poética e inútil 1995-56", a otros dos de los catorce autores que participaron en el certamen, a los que se acordó entregar sendos accésit de 1.000 euros cada uno.

Estos son Gustavo Díaz, que presentó el trabajo "Herramienta poética e inútil (2)", y Víctor Barceló, que compuso "Es solo una piedra II".

A ambos se impuso Hara Alonso que, como resultado de una labor que la llevó a visitar repetidamente la obra en que debía inspirarse, "dejando que la escultura sonase" para sugerirle que música hacer, según ella misma ha relatado, acabó apostando por buscar unos ritmos que combinasen "la pesadez que tiene el metal y, a la vez, la levedad que tiene la pieza".

El resultado ha sido, según ha dicho uno de los miembros del jurado, Juan Espino, "una perfecta asociación de la obra y la pieza" que desde ahora podrán comprobar por sí mismos los visitantes del Castillo de La Luz.