No es la primera vez que participa en un proyecto operístico que ocurre en suelo tinerfeño -en 1999 formó parte del elenco artístico de "El elixir de amor" (Donizetti) que se programó en el teatro Guimerá-, aunque sí la primera vez que desarrolla la funciones de directora de escena en las Canarias. En realidad, es su estreno en el apartado de producción escénica. "Cuando miras a los ojos a estos chicos sientes que tienen ganas de hacer grandes cosas", asegura Stefania Bonfadelli, responsable de la parte más visual del "Don Pasquale" que se representa en el Auditorio de Tenerife.

¿En qué momento decide cambiar su rol de cantante por el que está desarrollando desde el pasado jueves en "Don Pasquale?

Es un tránsito muy tranquilo porque al final todo esto forma parte del mismo trabajo. Me siento como una bailarina que también puede inventar coreografías. Haber podido desarrollar una carrera como cantante e intérprete ayuda a conocer mejor cada una de las necesidades del espectáculo en el que estás trabajando. Muchas veces me pongo en la mente de estos chicos y sé qué es lo que pueden hacer y qué cosas deben llegar un poco más tarde.

¿Se siente identificada con la ilusión que transmiten los integrantes de esta edición de Ópera Estudio?

Mi primera experiencia más o menos seria llegó cuando solo tenía 19 años y conozco los miedos que pueden tener estos jóvenes cantantes. Cuando ves sus ojos sientes que hay muchas ganas por conocer un oficio que es bastante complicado, pero en el que ellos van a tener sus oportunidades porque son unos chicos con mucho talento.

¿Cómo es este "Don Pasquale"?

Los recuerdos que tengo de mi etapa como cantante profesional están asociados con un "Don Pasquale" mucho más tradicional. En este proyecto he trabajado muchísimo la gestualidad de Norina porque siempre creí que era un personaje con un vuelo más moderno atrapado en una escenografía del siglo XIX. Este es un caso parecido al de "La traviata" de Verdi. Tanto esa ópera como "Don Pasquale" fueron creadas en un ciclo no equivocado, pero sí demasiado clásico a tenor de la frescura y la modernidad que transmiten sus actos. Esta versión carece de artificios históricos y está localidad en la Roma de hoy en día.

¿Modernidad como sinónimo de riesgo?

Más que correr riesgos, yo diría que es dar un paso adelante... Yo respeto mucho este género y, a priori, no es bueno tratar de imprimir un sentido moderno a algo que no lo tiene, pero en el caso de "Don Pasquale" sí que se le puede dar una vuelta más para dotarla de un lenguaje algo más cotidiano sin perder la esencia del libreto original. Yo vivo en Roma hace 25 años y conozco muy bien cómo piensan sus ciudadanos. Eso es lo que he querido llevar a una ópera en la que se puede ver sin dificultades a seres que pueden transitar tranquilamente por sus calles. Tampoco he creado una gran revolución, sino fusionar la magia de "Don Pasquale" en una sociedad que todos los espectadores pueden reconocer. Eso no significa que me haya desprendido de un ser machista, que disfruta viendo como las mujeres hacen punto de cruz en casa y que ama el dinero... Eso no se ha perdido. Es el típico personaje de la Roma poderosa en el que los miembros de las familias ricas se casan unos con otros para seguir sumando propiedades.

¿Qué destacaría desde el punto de vista artístico?

Además de los personajes ya comentados (Don Pasquale y Norina), uno de los que más me agradan es Ernesto. Es el sobrino del millonario; un ser que nunca se tuvo que preocupar por trabajar porque lo tiene todo y disfruta la vida al máximo: salidas a las discotecas, vuelve tarde a casa, duerme mucho... No tiene un proyecto de vida y es uno de esos jóvenes que andan perdidos.

Para sacar adelante un proyecto tan renovador es necesario que exista una buena sintonía entre los directores de la parte musical y el que desarrolla la escena, ¿no?

Eso es fundamental, pero Alessandro es un director joven que entiende y desarrolla bien los nuevos lenguajes musicales. Desde el principio quisimos acercar las partes a lo que se entiende como un drama buffo, un concepto siempre contradictorio en el que la melancolía y la euforia comparten un único espacio. La relación entre el sobrino y Don Pasquale es complicada, tormentosa y llena de situaciones extraordinarias. La otra parte, la más divertida, inunda el escenario de alegría. Hay personajes de esta ópera que cobran una dimensión más relevante cuando actúan en un escenario vanguardista.

¿Es más fácil correr riesgos escénicos fuera de Italia?

Depende del teatro en el que vayas a trabajar, pero por lo general el público italiano sigue siendo muy conservador y no le gusta los excesos de modernidad. Poco a poco van cambiando su mentalidad porque la producción de "Las bodas de Fígaro" que hizo el Auditorio de Tenerife, que era muy renovadora, tuvo muchísimo éxito cuando se representó en Bolognia.