Desde sus fiestas de octubre, un fastuoso y emotivo óleo rinde homenaje a la Patrona de Buenavista del Norte en su templo renacido de las llamas por la voluntad y el sacrificio del pueblo, la comprensión solidaria de las instituciones y la inteligencia, rigor y creatividad del arquitecto José Miguel Márquez Zárate.

A la épica de recuperar un monumento de tales dimensiones, valores y carácter, realizada con la misma dignidad, técnicas y materiales de antaño, se agregó la ilusión de contar con una dotación artística que, además de la calidad objetiva exigida por el soberbio continente, sirviera para perpetuar el imaginario popular.

Mohamed Osman, acreditado como pintor y divulgador de la naturaleza y la gente de Tenerife, cumplió también ese pacto colectivo y, con el favor y el aplauso de los vecinos, descubrió en una tela de gran formato la Coronación de una madonna, que evoca la talla original del sevillano Miguel Adán, perdida hace veinte años en el incendio y conservada en la fotografía y el corazón de sus fieles y, también, la réplica dulce del imaginero Luis González Rey, bendecida en 1997; entre ambas imágenes, el artista egipcio filtró delicados y personales hilos de poder y ternura que cualifican la consagrada realeza de María.

Recreó la famosa composición mariana y alegró los dos niveles del cuadro con angelitos que unen la gloria serena del Padre y la humanidad del Hijo con la proyección luminosa del Espíritu; respondió a las reglas barrocas con su sabiduría del dibujo y la acertada elección de las gamas que se afilian a la Escuela Andaluza del XVII pero, a la vez y fiel a su estética, enmarcó y envolvió la escena con los profundos azules y las atmósferas cálidas, oros y rosas, que lo singularizan.

Con la gozosa angelería, sostiene a la Virgen Coronada un ambicioso y feraz paisaje, una firme expresión contemporánea, compuesta por las euforbias y suculentas costeras entre las que emergen el adusto perfil de Masca, la torre de la iglesia, el faro norteño y el adiós de la langosta vencida. Son las claves de un pueblo afiliado a una empresa de largo recorrido que, desde sus respectivas responsabilidades, alientan el culto párroco, Juan Fernando González, y la joven alcaldesa, Eva García Herrera, conscientes de la necesidad y trascendencia de sumar la fe y la cultura.