Hace diez años vivió su primera experiencia en el Festival Internacional Clownbaret, es decir, que participó en la instalación de los cimientos de un FIC al que regresa con ganas de mostrar lo mejor de él. El irlandés Johnny Melville está convencido de que la calle es el "mejor escenario en el que un clown puede mostrar sus cualidades", certifica.

¿Qué es lo que busca en el cara a cara con el público?

Jugar, sobre todo, provocar esa sensación de juego a partir de la cual abrir múltiples posibilidades para pensar y acceder a una mirada más profunda... En este espectáculo, concretamente, hay un par de acciones con el público que están más o menos estudiadas, aunque siempre hay un pequeño margen para la improvisación.

¿Un buen clown debe saber manejar esos tiempos que no están estudiados de antemano?

Hay clowns o payasos que no tienen ningún interés en mostrar nada que no esté planificado en un guion, pero la mayoría sí que se permiten esa pequeña licencia. Para mí un profesional debe ser listo y ver qué es lo que está ocurriendo a su alrededor para cambiar la tendencia de un espectáculo en el caso de que esta no sea la correcta. Esto no es una competición que gana el que más corre, sino el que mejor entretiene a los espectadores.

La calle proporciona una "libertad" que no existe en los teatros, ¿no?

Es un magnífico laboratorio en el que nunca sabes lo que puede pasar... Igual te encuentras con una persona cerrada que pone un muro entre ella y el clown o acabas riéndote con alguien que te sigue el juego. Mi "background" es el teatro y sé cuándo hay un peatón que no quiere saber nada de ti porque considera que solo haces tonterías y cuándo se va a dar una conexión más o menos fiable.

¿Y Johnny Melville es de los que se adapta al público que se para delante de él o respeta el guion con el que sale de casa?

Los años no solo sirven para envejecer; también son muy buenos para aprender unos trucos y aplicarlos en la situación más adecuada. Soy un clown que huye de los malos rollos; si un ciudadano se cabrea me marcho a otro lado. No obstante, entiendo que la gente esté rabiosa y que muchas veces explote por pequeñas cosas que ocurren a su alrededor. Yo no tengo una bola de cristal para conocer lo que está pensando en estos momentos el ciudadano que tengo delante, pero sí puedo intuir que no quiere participar de este juego.

¿Cuál es su opinión sobre la polémica que se está generado en todo el mundo con los payasos y los actos más o menos violentos que estos cometen?

No voy a defender los comportamientos violentos, pero sí sus llamadas de atención. Están en su derecho de protestar. Entiendo que haya muchos payasos cabreados en las calles. Es posible que todos sus movimientos estén justificados por la necesidad de tener que contar cosas al resto de los ciudadanos. Un payaso que toma la calle es un elemento incómodo para la clase política. En Barcelona, por ejemplo, no te permiten hacer nada en la calle que no esté perfectamente regulado, es decir, que no haya pasado un filtro. Todos los payasos o clowns tienen una opinión sobre las cosas que ocurren a su alrededor y la solución más adecuada no es esconderlos del resto de los peatones.

¿Resumiendo, que este no es un oficio políticamente correcto?

Si te dejan ejercerlo con libertad sí, pero cuando alguien se molesta porque un señor con una nariz roja denuncie que un país está siendo bombardeado o los niños explotados laboralmente la cosa cambia. Esos chicos, también los adultos, necesitan reír en un mundo dominado por la crisis, las guerras, la tristeza...

¿Un payaso es un medicamento contra ese estado de ánimo depresivo?

A veces un buen entretenimiento es mucho más eficaz que esos medicamentos que la industria farmacéutica introduce en nuestras vidas no se sabe bien con qué intereses. Sí. La risa es un buen medicamento contra el estrés que domina el día a día de una persona.

Diez años después, igual, tendrá la oportunidad de mirar a los ojos a los jóvenes que en su día fueron aquellos niños que vieron por primera vez a Johnny Melville.

Esa es una posibilidad muy interesante, una de las razones por las que suelo volver pasado el tiempo a un lugar en el que viví una bonita experiencia.

Actuaciones: 11 y 12 de noviembre.

Lugar: Centro Cultural 25 de abril de Vilaflor (viernes) y plaza del Príncipe de Santa Cruz de Tenerife (sábado).

Hora: 19:00 (hoy) y 19:00 (mañana).