Tras "La huella de Lorca" y "La araña del olvido", el cómic vuelve a acordarse de Federico García Lorca con "Lorca. Un poeta en Nueva York", la obra de Carles Esquembre donde recupera ese año crucial para la vida del poeta granadino en el que el Harlem o Wall Street de los años 20 se convirtieron en verso.

Huyendo de la ruptura sentimental con el escultor Emilio Aladrén, sufriendo el rechazo de sus amigos Dalí y Buñuel y acusado de ser un poeta popular tras la publicación de su "Romancero Gitano", así llegó en 1929 García Lorca a Nueva York, un viaje que aunque tenía como objetivo que aprendiera inglés, dio como resultado el poemario más dramático y definitivo del granadino.

Pero Esquembre no quiso "caer en la trampa" de reproducir estos poemas en viñetas, sino que acudió al epistolario de Andrew A. Anderson, así como a los textos de Ian Gibson, entre otros autores, para reconstruir en sus viñetas esta etapa llena de algunos de los pasos más importantes que García Lorca dio entre 1929 a 1930 en este país: "La idea era contextualizar y poner en ambiente las cosas que le pasan a Lorca en Nueva York", explica Esquembre a Efe.

"''Poeta en Nueva York'' es un libro terrible, con una fuerza y una violencia tremenda y en él está presente todo, desde los problemas de una ciudad con la industrialización o los derivados de una gran crisis porque cuando llega Lorca allí ya se palpa todo; él vivió de primera mano la caída de Wall Street de octubre de 1929", añade sobre el contenido de su cómic (Panini).

Una etapa en la que conoció de cerca el capitalismo que tanto odió, pero también en la que visitó los locales que se saltaban la ley seca o los garitos de Harlem donde el jazz era el rey.

Y todo esto junto a amigos como el profesor Federico de Onís, el pintor Gabriel García Maroto, el pintor León Felipe o su amigo Fernando de los Ríos, con quien llegó por primera vez a América a bordo del Olimpic.

Aunque Esquembre también se centra en episodios que Lorca relataba a sus padres y amigos en misivas, como el viaje que hizo a Eden Mills y que supuso la primera vez que el granadino se enfrentaba en solitario, con su mal hablado ingles, a la vida americana ya que se subió a un tren en dirección a Vermont para ver a su amigo Philips Cummings.

"La intención con ese libro es llegar a chavales jóvenes a los que la poesía les resulta algo aburrido; pero si tienes el aliciente de una vida tan interesante como la que vivió García Lorca en Nueva York lo tienes todo para atraer al lector", exclama el autor (Valencia, 1985).

Así, en "Lorca. Un poeta en Nueva York" Esquembres hace un juego victorioso entre las escenas costumbristas del día a día de Lorca en la Universidad de Columbia o en las calles neoyorquinas y las escenas surrealistas que también vivió.

Escenas que contienen implícitamente poemas como "El rey de Harlem" o "La aurora de Nueva York" y que para el autor del cómic han sido "muy agradecidas de dibujar" ya que las palabras del poeta granadino, así como las metáforas sinestésicas que usaba García Lorca son "muy visuales".

"Hay mucha ilustración vectorial, con mucho de lo que se llama fotografía quemada, pero todo está dibujado. Y era -concluye- muy importante hacerlo en blanco y negro porque Nueva York es una ciudad en Blanco y negro, como dice Woody Allen. Y era de vital importancia los grises, el cómic empieza con un gris, blanco y negro y a medida que avanza va ganando riqueza en texturas y degradados".