Para Jesús Villanueva la literatura es como un cuchillo recién afilado que se convierte en una herramienta esencial en la cocina, pero que igualmente se puede transformar en un arma letal si cae en las manos de un asesino, es decir, el mismo filo que te puede dar de comer tiene licencia para quitarte la vida... "La campana y el cañón" es, a juicio del autor de "El fuego de bronce", su novela más emocional. "He disfrutado al máximo esta experiencia. Sobre todo, en su tramo final", destaca el escritor que dio forma a "La cruz de plata". El triángulo imaginario sobre el que crece esta historia tiene anclado sus vértices a tres instantes bien identificados: la Gesta del 25 de julio de 1797 en el litoral de Santa Cruz de Tenerife sobre las tropas lideradas por Horatio Nelson, la victoria y muerte del vicealmirante británico en la Batalla de Trafalgar (1805) y los primeros impulsos que desencadenaron el Alzamiento de Madrid de 1808.

"Cuando empezó a circular la noticia de que estaba escribiendo un libro que era la continuación de El fuego de bronce una persona a la que ya le había confesado que tenía un material literario bastante potente se preguntó. ¿Qué hecho tan relevante se dio en la Isla tras la victoria de las tropas del general Gutiérrez?", se cuestiona Jesús Villanueva Jiménez antes de deslizar una respuesta que durante mucho tiempo solo conocía él. "Lo que nadie podía pensar es que me iba a ir tan lejos tras El fuego de bronce. Tenía que encontrar una explicación lógica que posibilitara que personajes como Damián y Fermín reaparecieran en un Madrid tan convulso como el escenario que había recibido a Nelson 11 años antes", precisa el novelista.

Y es que, salvando las evidentes distancias económicas, demográficas, geográficas que existen entre estos dos belicosos escenarios, el narrador nacido en Ceuta fue proyectando un entramado por el que desfilan más de medio centenar de personajes. "Aunque no suene bien que lo diga yo, es una novela muy original que no deja indiferente al lector. En mis libros me tomo la licencia de poder contar las menudencias de la sociedad, es decir, trato de empatizar con las personas que pretenden saber cómo es la personalidad de un herrero cuya mujer está esperando un hijo", pone como ejemplo de la labor de fidelización que realiza a lo largo de los capítulos de "La campana y el cañón".

Ese grado de emoción que este escritor trata de inyectar a sus textos es, según las experiencias literarias que ya ha disfrutado, uno de los argumentos que usa en el instante en el que explica cómo un ser anónimo raja el vientre de un caballo que es montado por un mameluco. "No me interesa eliminar esa capacidad de emocionar al lector, sino reforzarla conforme al proceso de maduración que sigo como escritor. Definir el momento en el que está mi literatura no es una ciencia exacta, pero considero que todo esto es fruto de un aprendizaje que he ido perfilando a lo largo de las cuatro novelas -tiene una guardada en su escritorio que transcurre en la Antigua Roma- y que en estos momentos tengo una capacidad creativa importante", confiesa al tiempo que abre un breve análisis sobre el ciclo editorial. Publicar en España no es fácil; pocos autores garantizan hoy en día la venta de 200 mil libros. Quizás, uno o dos... El resto se tiene que conformar con unas cifras bastante modestas. En este sentido, yo he hallado en Ediciones Sacramento un buen aliado para dar continuidad a El fuego de bronce. Esa historia caló en el alma de José Sacramento y prácticamente este sello se ha creado para poder dar salida a La campana y el cañón. Él buscaba vivir nuevas experiencias profesionales en el mundo de la edición y yo necesitaba alguien que confiara en este proyecto", agradece.

Sobre las ataduras que aún le unen a "El fuego de bronce", Jesús se siente recompensado por haber servido como transmisor de unos acontecimientos que continúan siendo bastante desconocidos. "Hay gente, algunos de ellos que residen en Canarias, que antes de que se conociera ese libro no habían accedido a la información que les permitía saber qué era todo eso de la Gesta del 25 de Julio. Sabían que se había montado un buen follón, que Nelson, al que algunos llegaron a ascender a la condición de almirante cuando él fue vicealmirante, había perdido un brazo en una batalla ocurrida en Santa Cruz de Tenerife y poco más... Mi primer propósito como escritor es entretener, pero puedo llegar a ser una baza pedagógica. Si un libro consigue atrapar la atención de un lector y encima amplia sus conocimientos, mi labor está hecha... Ahí sí que me siendo recompensado", incide un narrador que se ha propuesto llevar su gesta literaria a Madrid. "¡En esa estamos!", concluye.

El comisario Linares llega para quedarse

Villanueva Jiménez considera que "La campana y el cañón" es una especie de mapa autonómico en el que se observan las particularidades de cada región, es decir, que dentro de una única novela existen otras que se mueven a distintos niveles en las que se pueden distinguir géneros tan dispares como el costumbrista, el modelo histórico, el género negro o una escritura de trazo social... "Me interesa contar esa mirada abrumada de unos canarios que llegan a Madrid y se encuentran con los albores de un acontecimiento que ellos asocian con el que ya vivieron una década antes en Santa Cruz de Tenerife, pero también he descubierto cosas que tengo la sensación de que van a estar conmigo un largo tiempo. El comisario Linares, por ejemplo, es un tipo muy especial al que no quiero aniquilar porque estoy seguro de que puede dar mucho más juego en otras tramas", adelantó sin querer revelar que ya está metido en los preparativos de una novela que también trata "un asunto ocurrido en Canarias, pero no es demasiado conocido". Sobre el manuscrito que tiene oculto en un cajón únicamente se atreve a decir que "para que se haga realidad hace falta una grandísima apuesta editorial".