Anoche culminó 25 días de trabajo con la dirección musical de la última función de "Carmen" en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. No era la primera vez que se ponía al frente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife -ya dirigió "Aida"- y espera que esta no haya sido la última. "Mi tercer reto en la Isla, si algún día me dan la oportunidad de volver, tiene que ser más arriesgado: una ópera del siglo XIX", desliza el romano Massimiliano Stefanelli sin disimular su alegría por el deber cumplido. "Vuelvo a casa satisfecho y tocado por la buena energía que me ha transmitido el público", agradece.

¿Con qué sensaciones se marcha de Tenerife?

Buenísimas... Reencontrarme con Tenerife y la OST ha sido una experiencia de vida. Me siento querido y eso es importante a la hora de desarrollar un trabajo en el que es fundamental el concepto de equipo.

¿Y con ganas de que llegue un tercer encargo, después de las experiencias de "Aida y "Carmen"?

Eso espero (sonríe)... Siempre existen conversaciones de cosas que pueden venir en un futuro.

Las exigencias van creciendo, ¿no?

Ópera de Tenerife sigue creciendo y desde fuera comienzan a mirar con mucho interés lo que se hace aquí. Eso significa que hay que cuidar los niveles de calidad con los que vamos a trabajar en el futuro.

¿Cómo tendría que ser ese tercer proyecto, si finalmente se lo ofrecen, para aceptar volver?

Ufff... (ríe). Me gustaría dirigir una ópera del novecientos. Un Puccini muy moderno, quizás, un "Turandot" y, por qué no, la versión original de "Madama Butterfly". Este público necesita un trato muy especial, porque es el resultado de una mezcla entre lo local y lo internacional. Una audiencia con gran cultura, no un grupo que solo se mueve por unas pasiones. Creo que ya está lista para recibir una ópera que signifique un cambio en su cultura musical. Estamos haciendo el repertorio y es posible ampliarlo con algo que esté más alejado de la programación tradicional.

¿Arriesgar?

Sí... Pero eso es una valoración personal, no de Ópera de Tenerife. Es la sensación que me transmite el comportamiento de los espectadores las veces que dirigí en la Isla. Insisto. Si pide mi opinión, solo puedo decirle que el público de Tenerife ya está listo para asumir nuevos retos operísticos.

¿Ha descubierto algo nuevo en su reencuentro con la OST

Siempre se aprenden cosas nuevas. La OST es un instrumento extraordinario y su potencial es enorme. Mejorar aspectos de la cultura orquestal exige mucha dedicación y, sin duda, eso es más sencillo cuando estás rodeado de grandes músicos. Todos los grupos viven momentos buenos y malos, pero cuando existe unidad las metas están más cerca. Para mí trabajar con la Orquesta Sinfónica de Tenerife es una experiencia muy gratificante.

Hay aspectos de esta "Carmen" que suenan distintos.

¿En qué parte?

En algunas fases, por ejemplo, del tercer acto: en su arranque y el posterior desarrollo...

¿Eso fue lo que sintió? -el maestro italiano dibuja una sonrisa en su rostro, pero no revela los secretos de los arreglos- Sabe lo que pasa: cuando la personalidad de un director y los músicos tienen las ideas claras pasa algo mágico. Nadie sabe por qué ocurre, pero sucede (silencio). La música es energía y cuando un grupo concentra todas sus fuerzas en un único objetivo se dan situaciones tan especiales como las que pudimos sentir en "Carmen".

¿Puede que solo haya sido una percepción del público?

No lo creo (vuelve a sonreír). Esta es mi "Carmen". Yo siempre trato de hacer una lectura global de la ópera. Para mí no es una secuencia de arias y momentos bellos. Una ópera tiene que ser compacta desde el principio al final y en tu mente debe estar clara la parábola que deben describir los personajes.

¿Ha ayudado, quizás, el hecho de que "Carmen" no se representara en Tenerife desde hace casi dos décadas?

"Carmen" es una obra maestra del patrimonio operístico y la escena mundial no puede vivir sin ella. Para mí hacer el mixto de hablado y recitativo fue una decisión convincente. ¡Hemos hecho un gran trabajo!

En la rueda de prensa en la que se dio a conocer este proyecto usted realizó una defensa sobre el consumo cultural. ¿Cree que es necesario revisar el modelo?

Este es un asunto complejo que requiere de un análisis mucho más profundo, pero es un error creer que la cultura es un mecanismo para hacer dinero; es una inversión. La familia Médici decidió invertir su fortuna en construir un futuro que hoy permite que muchos ciudadanos de Florencia vivan gracias a las decisiones que se tomaron en el siglo XIV. Lo auténticamente revolucionario es que alguien pensara que la cultura debía de ser considerada una inversión de futuro. La cultura no puede ser gratis. Es necesario invertir, aunque sea poco, para recoger unos resultados.

¿Qué rol debe jugar la ópera en el nuevo tejido cultural?

Para mí hay un problema que debe ser corregido de inmediato: la ópera no es un espectáculo, un concierto de Sting o Madonna sí que lo es. La ópera es el centro de la comunidad teatral y debe modernizarse, pero sin cometer excesos.