Según un famoso ejecutivo, es el trabajo más rentable y dulce del año, del que no se discute fondo, modo ni precio, que se cobra en tiempo y forma; tiene la mayor difusión televisiva y una repercusión impagable porque nadie le niega el comentario. "Por malo que sea, siempre es un éxito. No en vano es el gran deseo de toda agencia publicitaria o productora que se precie". Sus frases vinieron a cuento del spot de Pablo Berger (multipremiado por "Blancanieves") en el que un cuarteto de famosos -Montserrat Caballé, Raphael, Marta Sánchez y Bustamante- asustaban la Navidad con una histérica puesta en escena que devino en viral.

Este año, la historia de la abuela, despistada o enferma, que se equivoca con la fecha del sorteo, tuvo una publicidad inducida y favorables avances escritos que, ahora, visto lo visto, resultan sospechosos. De buena factura, la historia de Carmina, que celebra la falsa fortuna del Gordo de Navidad, y de la familia y el pueblo que la siguen en el error, tuvo buena prensa y airada respuesta de la Confederación de Organizaciones de Mayores, la Unión Democrática de Pensionistas y de especialistas en geriatría, que denuncian la insensibilidad con las personas "que padecen, o pueden padecer", problemas cognitivos; invocan la decencia ante el uso de los estereotipos "que siempre son equívocos y, además, negativos" y que, con el respaldo de la administración pública, "suponen una flagrante vergüenza". Finalmente reclaman "más respeto para un colectivo de más de nueve millones de personas que en España -según Paca Trillo, presidente de UDP- puede cambiar gobiernos".

Reconozco el gancho de la protagonista y las localizaciones y secuencias felices. En cuanto a la ficción, evoqué mi último encuentro con un maestro admirable que me honró con su amistad. Cometí la torpeza de seguirle la corriente en un puntual delirio, como hacían y me aconsejaban sus familiares; recuperado del lapsus me miró -con inteligencia dolor e indulgencia a un tiempo- y me dijo: "Luis, tú no". Por eso, por la lucidez, que es un resplandor y un milagro siempre asequible a la mente, y en cualquier circunstancia, y por el dignísimo papel que hacen los abuelos en tiempos difíciles me apunté directamente al bando de la contestación y de la apelación a la justicia y el respeto.