Si hay un tejido que sea el de este año y el que está a punto de entrar sin duda es el terciopelo. La tela de seda velluda y tupida, formada por dos urdimbres y una trama, nos llega desde la India a mediados del S.XIV cuando empezó a comercializarse más allá de sus fronteras. En su país de origen lo identificaba como un textil de lujo que se trabajaba en telares manuales. Más tarde la producción llegó a Italia: Venecia, Florencia, Génova y Milán, teniendo así ya fama mundial. En aquel momento el terciopelo era 100% natural, a día de hoy también lo encontramos con base sintética de rayón, acetato, nylon... llegando a versiones tan útiles como el antimanchas, elástico o el conocido como "martelé".

Hasta hace muy poco tiempo sólo algunas personas optaban por el terciopelo en decoración o en moda, sin embargo hoy invade las prendas de abrigo pero también las lenceras, y se lleva a mobiliario, cortinas y hasta a las mesas. Si el espacio donde se va a colocar tenía previsto que este material estuviera allí no habrá problema, la sensualidad y la fuerza que da habrá hecho que su presencia sea la protagonista de la estancia, pero ¿y si queremos introducirla cuando ya la decoración está hecha? ¿Si nos animamos a darle un toque de temporada? En ese caso solo debes estar pendiente de mezclarlo con tejidos que contrarresten, como son los algodones, pero que compensen en intensidad, por ello necesitan ser pesados. Ya puestos a que jueguen un papel importante no lo lleves únicamente a complementos como cojines, tapetes o simples caídas que cubran los lados de las ventanas, ponlo en cortinas que cierren el vano al completo, que las puedas recoger a un lado y que sean el foco visual de manera que cualquier persona de las que se acerque pueda contemplarla. En este caso debes ser cauto y no poner colores demasiado oscuros para que no absorban toda la luz ni rojo para que no parezca un teatro.

Si eres de los que se lanza a confeccionar las cortinas o a tapizar las sillas seguro que optas por mantener la dirección del pelo de manera que sea suave y de posición lógica, sin embargo dándole juego será el tejido quien forme las aguas del uso, y conseguirás resultados atrevidos y muy interesante. Además esta tela es de las pocas terminaciones que harán que una silla victoriana, un sillón chester o un escabel parezca totalmente diferente, quitando incluso algo de protagonismo al modelo, aún así atrévete a poner terciopelo en cualquier habitación.

Más de uno puede creer que este tejido sólo es viable en salones enormes y majestuosos, sin embargo llevado a dormitorios produce un efecto magnífico. En los cabeceros de las camas encajan a la perfección. En almohadones, incluso teñidos en degradado, la sensación de descanso será la que reine en el ambiente. En los espacios más íntimos puede ser una gran aportación, incluso en los baños, cuando los colocamos en banquetas, butacas o pequeños bancos. Si lo vas a usar en algunos de los muebles donde sentarse no dudes que la composición sea de seda.

Es muy probable que procurando que el cambio no sea demasiado caro, optarás por una calidad que sea más económica sin embargo será una decisión errónea, pues el terciopelo sintético nada tiene que ver con el que se hace con materiales naturales como algodón, seda o lino, en este caso no es nada recomendable ahorrarse unos euros.

Estando convencido de que este tejido sea el protagonista de alguna estancia, quizás hasta la principal, no dudes en apostar por alguno que sea muy marcado; dibujado y bien trabajado, como surgió con el desarrollo del primer sistema para hacer plisados con seda y terciopelo mediante máquinas que trabajara Mariano Fortuny y Madrazo, el resultado es excelente.

Además de estar de moda, el terciopelo hará que la estancia sea muy acogedora, incluso cálida aunque se tiña con los colores más fríos. Entre los tonos la tendencia juega con los rosas, llevándose a los empolvados que aunque parezca paradoja no llega a ser cansino pues ese velo que se produce con solo rozarlo ayuda a que parezca estar matizado en blanco. Los morados son una propuesta muy sugerente aunque se trate de una pieza grande. Los azules, en todas sus versiones, producirán un efecto muy elegante y cualquier mueble parecerá casi inalcanzable.

Los colores oscuros como el chocolate o el clásico negro siempre son una muestra de clase. El gris hará que la pieza parezca vestida de plata mientras que los que juegan con los más luminosos: tierra, caldero o mostaza son un espectáculo.