No acaba de ver a su madre leyendo las once historias que ha recopilado en "Natalia. Y otros relatos sólo para adultos" (Idea), pero se siente satisfecho de su primera aproximación al universo narrativo, un "jardín" literario que hoy, a partir de las 11:00 horas, visitará para firmar ejemplares de esta colección en la librería La Isla de Santa Cruz de Tenerife. "No sé si ella podría experimentar en algún momento la tentación de leerlo, aunque creo que su contenido para la gente de nuestra generación es bastante ligth", avisa un ensayista que durante una década y media recorrió muchos escenarios de cine a través de unas diversas investigaciones. "Siendo un admirador confeso de Woody Allen, lo que no puedo compartir es su teoría de que el sexo cuanto más sucio, más divertido es", cuenta un autor que recurre a una explícita imagen de Roberto de Armas para ilustrar una portada provocadora. "Yo la veo llena de sexo, pero elegante", acota Fonte.

Natalia es la protagonista del relato más largo. No es el mejor, ni el más importante. "No están conectados entre sí, pero son un ejercicio que tienen una unidad literaria en torno al erotismo y el sexo", avanza un narrador que, precisamente, buscaba perfeccionar esa faceta. "Para atreverse con una novela hay que practicar antes una serie de reglas que se aprenden con las composiciones mucho más cortas. En ese sentido, no solo ejercité la escritura sino que busqué otros puntos de encuentro en la lectura. Sin embargo, lo que encontré, salvo alguna rara excepción, no me gustó", confiesa sin reprimir un pensamiento que está muy presente en todos los relatos. "No me interesaba la típica historia de chico conoce chica, chica tiene sexo con chico en un ascensor... Desde el principio quise huir del aquí te pillo, aquí te mato", reitera un escritor que curiosamente en su primera experiencia narrativa se ha ido hacia el género de la aventura. "No hay nada de sexo; cero posibilidades de incluir esa escena que aporta poco a una trama y que, sin embargo, suele estar en casi todas las novelas", recrimina.

Fonte, que considera más divertido escribir de erotismo o sexo que de matemáticas, opina que es posible contar una historia con estos ingredientes sin tener que caer "en la utilización de un lenguaje soez y describiendo escenas chabacanas que pueden resultar ofensivas", concluye.