Está convencida de que ganará el pulso a los que creen que segundas partes nunca fueron buenas. "Prometo que será igual de bueno o más que la primera vez", asegura la soprano donostiarra Ainhoa Arteta (1964) sobre su presencia en el XXIII Concierto de Navidad de la Autoridad Portuaria. "En 10 años se han producido muchos cambios en mi vida, pero siempre es un gran placer participar en un acto con tanta tradición", admite sobre la cita que mañana, a las 21:00 horas, tendrá lugar en la Dársena de Los Llanos de esta capital. La Orquesta Sinfónica de Tenerife va a estar dirigida por el maestro burgalés Víctor Pablo Pérez y entre los invitados figuran la soprano lagunera Candelaria González, Besay Pérez o la joven Sislena Caparrosa.

Ahora que es época de plantearse nuevos objetivos, ¿qué le gustaría añadir a su extenso y reconocido palmarés?

A la vida lo único que le puedo pedir es salud y fuerza para seguir ejerciendo el oficio que más me gusta... Estaré satisfecha con lo que me entregue si a cambio tengo esas dos cosas, que no es poco.

¿Cómo se diseña un programa con el perfil del que mañana interpretará en la capital tinerfeña?

Víctor Pablo me conoce desde hace años y puede ver las características de mi repertorio sin dificultad. Cuando te pones en manos de un profesional de ese nivel no hay que consensuar nada. Me lo presentó y solo tuve que decir, perfecto. El concierto es más de él que mío y estar bajo su batuta me transmite seguridad.

¿Siente que será un buen regalo de Navidad para muchos canarios?

No sé cómo se lo tomarán otras personas, pero para mí sí que lo es. Esto es un maravilloso regalo de Navidad que voy a alargar con unos días de descanso en una tierra que adoro.

¿También es un reclamo para esas personas que están a punto de descubrir la ópera; una apuesta por regenerar las audiencias?

Me gustaría pensar que es una oportunidad para generar nuevos públicos, pero también una ocasión inmejorable a partir de la cual poder entender que en este país existen muchas posibilidades de convertir la cultura en un potencial económico. Este es un gran ejemplo. Un concierto en Navidad, al aire libre y en un puerto... Hay pocos países en el mundo que se puedan permitir un lujo de este nivel. En España contamos con los marcos históricos más bonitos de Europa, una red de comunicación excelente, una gastronomía diversa y rica y, en este caso, una auténtica bendición concentrada en un clima generoso... Más que sumar seguidores a la ópera, me gustaría que la ciudadanía se convenciera del potencial cultural que algunos no terminan de reconocer.

¿Pero la cultura española se ha movido en los últimos años por terrenos pantanosos?

Nunca he entendido el trato de hermana pobre que tradicionalmente le han proporcionado los que toman decisiones... El día que se den cuenta de su potencial estaremos más cerca de entender que la cultura es el petróleo de este país.

Hablando de riqueza, ¿no resulta llamativo que en un espacio tan pequeño aparezcan voces con tanto peso en el panorama internacional operístico?

No sé con exactitud el poder que se esconde en este archipiélago, pero no deja de ser sorprendente que en un lugar de estas características fluyan talentos como Alfredo Kraus, Nancy Herrera, Celso Albelo, Raquel Lojendio, Jorge de León, Pancho Corrujo o Candelaria González. Habría que estudiar si el agua o los volcanes que hay en esta tierra tienen alguna incidencia en la existencia de tan grandísimos tenores (ríe)... No. Eso es fruto del trabajo, pero las voces canarias tienen una sonoridad especial. Técnicamente son perfectas y eso indica que detrás hay una buena escuela.

¿Entiende los riesgos, sobre todo en la parte escénica, que se están corriendo en los últimos años para reactivar este género musical?

La ópera compite por un espacio en el que ya conviven otras artes escénicas. Los que nos consideramos amantes de la ópera entendemos que este es el arte sublime, pero también somos conscientes de que no podemos dormirnos en los laureles. La cultura y el arte no pueden permanecer quietos en un ciclo de cambios, que es algo intrínseco en los procesos creativos. Eso solo se logra arriesgando.

¿Y no echa de menos algo más de riesgo en el apartado musical?

No... Lo que falta es presupuesto, no riesgo. Todos los profesionales que conozco serían capaces de morir por dar algo más de lo que ofrecen, pero la mayoría de las veces están atados por la falta de unas partidas que permitan convertir sus sueños en realidad.

¿Cómo ha sido su reencuentro con la OST y el maestro Víctor Pablo Pérez?

Esa conexión es maravillosa. Trabajar con la OST es muy sencillo y algún día tendrán que reconocer los méritos que ha ido acumulado Víctor Pablo Pérez, tanto al frente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife como en la de Galicia.