La bailarina cubana Alicia Alonso demostró que a sus recién estrenados 96 años la danza aún corre por sus venas cuando, el 28 de diciembre, durante un homenaje en La Habana con sones y danzas afrocubanos no pudo evitar que primero sus pies y después sus manos y hombros siguieran el ritmo de la música.

Alonso recibió un tributo al son de tambores afrocubanos en el pintoresco Callejón de Hamel, donde se dio un baño de popularidad mientras sus míticos pies seguían inquietos el ritmo de las danzas escenificadas en su honor.

Los pies -sobre altos tacones- de la "prima ballerina assolutta" del Ballet Nacional de Cuba marcaron el compás, al igual que sus manos y sus hombros, durante alrededor de una hora en el tributo que le ofrecieron los impulsores del Callejón de Hamel, un conocido enclave artístico y religioso en el populoso barrio de Centro Habana.

Allí, entre una melé de turistas sorprendidos por cruzarse con la leyenda de la danza clásica, admiradores y curiosos, Alonso fue la primera personalidad en recibir la llave del Callejón, y también en ser nombrada "hija ilustre" del lugar.

Este rincón de La Habana, con sus paredes llenas de llamativos murales y mensajes, es punto obligado de parada cada domingo para quienes quieren escuchar rumba callejera, ver arte y acercarse a la vez al mundo de las sincréticas religiones afrocubanas, profundamente arraigadas en la cultura de la isla.

"Hemos llorado mucho y me cuesta mucho trabajo hablar porque cuando yo siento algo, lo demuestro con erizarme todo el cuerpo", aseguró conmovida la eterna "Giselle".

Impecablemente vestida con un traje de chaqueta rojo, su característico turbante blanco, pañuelo de ese mismo color y unas grandes gafas de sol de diseño, Alicia Alonso siguió los bailes desde un enorme sillón de mimbre acompañada de su esposo, Pedro Simón.

Un atuendo nada casual, porque los colores rojo y blanco son los que identifican a la deidad de las religiones afrocubanas "Changó", que en el santoral católico es identificada como Santa Bárbara, figura muy venerada en Cuba y cuya festividad se celebra el 4 de diciembre.

Alejandro Ernesto (EFE)

Pero este miércoles, los tambores y cánticos no resonaron para "Changó", sino para la afamada artista, que observó como en trance los contoneos desenfrenados y giros imposibles que las bailarinas afrocubanas, envueltas en coloridos atavíos, desplegaron en su honor.

"Estoy emocionado porque por primera vez nos visita esta mujer que ha hecho temblar al mundo con su ballet", la "dueña de todos los escenarios del mundo", afirmó el pintor cubano Salvador González, el creador del Callejón de Hamel.

Fue el propio González quien entregó a la bailarina la llave del Callejón, labrada en plata y depositada en el interior de una caja pintada a mano por el artista en la que destacaba como motivo central un ojo, que es "símbolo de protección y cuidados, para alejar a las malas energías y atraer las buenas".

Alicia Alonso cumplió el pasado 21 de diciembre 96 años y lo celebró rodeada de integrantes de la compañía de danza clásica que dirige desde hace más de medio siglo y en la que se mantiene en activo como coreógrafa y profesora.

Alejandro Ernesto (EFE)

La bailarina, que debutó en 1929 y está reconocida como una de las principales figuras en la historia de la danza clásica universal, acude diariamente a supervisar la labor del colectivo que fundó en 1948 junto a los hermanos Alonso y a repasar coreografías, cuando no está de gira con la compañía.

Sus icónicas representaciones de los personajes de "Giselle" y "Carmen", el legado en la conformación de la reconocida Escuela Cubana de Ballet y el abultado registro de 134 obras en su repertorio, así como 220 distinciones nacionales y otras 257 internacionales, aparecen en los recuentos de su extenso itinerario artístico.