Su idilio con el Guimerá se inició en 1989 con la puesta en escena de "Sé infiel y no mires con quien", un título de los británicos John Chapman y Ray Cooney (1967) que en España se estrenó el 11 de agosto de 1972 en el teatro Maravillas de Madrid y que 13 años después Fernando Trueba adaptó al lenguaje cinematográfico. Casi tres décadas después, el actor barcelonés Joaquín Kremel (1947) regresa a la capital tinerfeña para dar vida a "Ninette y un señor de Murcia", teatro en estado puro en el que comparte créditos con Julieta Serrano, Javier Mora, Jorge Basanta y Natalia Hernández. "Para mí es un honor formar parte de este reparto", agradece el catalán antes de explicar algunas claves de la representación que hoy y mañana tendrá lugar en el emblemático espacio cultural santacrucero. "Es un lugar muy hermoso", recuerda Kremel.

¿Qué se va a encontrar el público que acuda al Guimerá a ver esta versión de "Ninette y un señor de Murcia"?

Desde mi modesta opinión esta es la mejor obra de Miguel Mihura... Quien conozca sus creaciones y, sobre todo, sea consciente de la avanza edad que tenía cuando las escribió sabrá valorar el humor inteligente que hay en ellas. Este es un clásico al que el tiempo no le ha hecho daño, sino que lo mejora con los aplausos y las sonrisas de las personas que se han rendido a sus pies. Saborear un Mihura en estado puro es un gran placer teatral. La dirección de César Oliva tampoco ha estropeado la idea original; únicamente introdujo un par de cositas para dar forma a un montaje ágil y moderno. La escenografía tiene un desarrollo muy inteligente y el reparto, del que si quiere me excluye, es extraordinario.

A pesar de que por su cronología aún no podemos catalogarlo como un clásico, por el desarrollo que ha tenido la obra de Miguel Mihura sí que lo es, ¿no?

Sí que podemos hablar sin ningún tipo de miedo de él como un clásico porque en mi caso, a pesar del tiempo que llevo representándola, siempre que estoy fuera del escenario me quedo en una zona oculta contemplando su puesta en escena. Cada frase es un hallazgo; una oportunidad para redescubrir el buen uso del lenguaje y la utilización de un sentido del humor delicado y fino... La vi por primera vez en Badalona cuando tenía 16 años y me atrapó para siempre.

Un profesional de su trayectoria habrá sido testigo de muchos "centrifugados" artísticos. ¿Este teatro es muy distinto al que usted conoció siendo un adolescente o su esencia permanece inalterable frente al avance de las nuevas tecnologías?

El teatro va a existir siempre que haya un loco capaz de subirse a una mesa para contarte una historia... Es una locura de alguien que ha bebido del veneno que habita en él. Algo difícil de explicar, pero que ocurre. Fernando Fernán Gómez ya me contó que sus ancestros le hablaban de la mala salud de hierro de un oficio en el que conviven alegrías e incertidumbres. Lo que sí ha cambiado en los últimos años es el concepto que se tiene de esta profesión por parte de un amplio sector de la sociedad, es decir, al teatro lo han devaluado culturalmente a un plano de entretenimiento. Los niños deberían saber quién es Buero Vallejo, Mihura, Poncela... Estos nombres y muchos más deberían tener mayor protagonismo en las aulas. Los que nos dedicamos a estos desde hace muchos años estamos deprimidos no tanto por las ayudas económicas que no llegan, sino por la falta de atención que existe con respecto a la cultura. Ahí sí que tenemos un gran déficit.

¿Para usted ejercer esta profesión es como transitar sobre el alambre de un trapecio sabiendo que abajo no hay red?

Sí (ríe)... Pero no me llame de usted porque eso me tambalea. Mi red, aunque nadie la vea, me la procuré con todo lo que hice antes de jubilarme. Afortunadamente los dioses se portaron bien conmigo y pude dedicarme al oficio que amaba... Cuando tomé la decisión de dedicarme al mundo de la interpretación, que fue algo que incluso tuve que esconder a mis padres para que no se enfadaran, sabía que no iba a transitar por un camino fácil.

¿Con lo que cuesta hoy convencer a unos padres de que el camino elegido debe estar ligado a las bellas artes, ese viaje iniciático en el pasado debía ser una aventura?

Si se ocultaba es porque el disgusto que se llevaban en el instante de conocer la verdad era grande. Yo llegué a cambiar mi identidad en la primera función para que no me reconocieran. Esta problemática era mucho peor en el caso de las mujeres. Yo he tenido la fortuna de poder disfrutar de esto, de poder vivir de esto, de poder sufrir con esto... Pero muchos de los que intentaron una aventura parecida se rindieron a la evidencia de que el mundo del arte es frágil. En los últimos 15 años he conocido de cerca el desasosiego que te paraliza en el instante en el que adquieres la responsabilidad de pagar unas nóminas y tienes que negociar con un banco unas partidas económicas en las que pones todas tus ilusiones como productor. Entonces sí que eres consciente del riesgo que corres ejerciendo la profesión que amas. Conseguir mover un camión con una escenografía es una misión complicada.

¿El teatro es mucho más agradecido con los que han entregado su vida a la interpretación, sobre todo, en el caso de las actrices?

Mi vocación más temprana fue el teatro... Supe desde aquellas primeras representaciones en el centro parroquial y más tarde en la universidad que yo quería ser actor de teatro. Las otras ramas ligadas al género audiovisual también tienen su encanto, pero el teatro es algo imbatible para un actor. Aquí casi todo está en tus manos, mientras que en el cine o la televisión son otros los que dirigen tus pasos. Está profesión maneja unos tiempos que son excesivamente crueles a determinadas edades. Eso es algo que uno/a no puede controlar porque se escapa de tus posibilidades. Disfrutar desde dentro los 83 años de Julieta Serrano -el 21 de enero cumple los 84- y de este elenco no se paga con dinero.

¿Estar a las órdenes de directores como José Tamayo, Jaime Azpilicueta, Esteban Polls o Juan Margallo ha tenido que ser como una formación continua?

Todo suma, aunque hubo un momento de mi vida en la que decidí con mi mujer (Julia Torres) que no quería depender de la llamada de un productor para ofrecerme un proyecto, sino que podíamos mostrar los textos que más nos apetecía. Puede que los títulos que acometimos no alcanzaran la relevancia comercial que tuvieron otros, pero nos dimos el gusto de ponerlos en pie... En este oficio solamente consigues sobrevivir con ese punto de locura que te aleja de la realidad. Pero esos pequeños gustos van unidos a grandes disgustos que se desvanecen cuando ves que el teatro tiene una buena entrada o el público ha disfrutado con la obra que estás produciendo.

Joaquín Kremel se ha "rendido" ante las malas noticias que envuelven a la cultura española: enfrentamientos entre políticos y actores, un IVA instalado en el 21%, cierre de salas de cines y teatros...

Muchas, más de las que puede resistir un sector tan débil que, además, recibió la puntilla del IVA cultural. Yo, que me salvado gracias a una carrera más o menos generosa que me ha permitido hasta tener unos ahorros, me siento desolado con las noticias que crecen alrededor de una profesión en la que milagrosamente siempre pude elegir si una cosa me interesaba o no. Hoy esa capacidad de decisión no es posible porque te encuentras con actores y actrices de 40 o 45 años que siguen peleando por su primera oportunidad. Sé que esto se puede extrapolar a otros gremios que igualmente están sufriendo una situación extrema, pero yo hablo de lo que conozco y los números son aterradores: casi el 90% de los actores de este país no pueden elegir dónde van a trabajar mañana. La gran mayoría nos hemos acostumbrado a los sueldos basura, pero en lo que está ocurriendo alrededor de la cultura es una auténtica salvajada. Por eso siento tanta admiración por la gente que sigue produciendo teatro, algo que yo y mi mujer ya no hacemos porque decidimos que había llegado el momento de cerrar la tienda. ¡No tenemos edad para que nos dé un telele!

¿Entiende toda esa tensión que crece de manera permanente entre los gobernantes y los artistas?

Los artistas suelen tener un sentido crítico en contra del poder establecido. Algunos lo asocian únicamente al color del partido que gobierna, pero esa capacidad para decir lo que otros no quieren escuchar está por encima de las ideologías. Las palabras que el otro día Meryl Streep dirigió en la gala de los Globos de Oro a Donald Trump constituyen el ejemplo más reciente de ese sentimiento de disconformidad... Al poder hay que criticarlo porque existe un alto riesgo de volver a la época feudal. Nuestra obligación es contar las cosas que se están haciendo mal sin esperar unas consecuencias negativas.

¿Cuáles son sus sensaciones en su vuelta al Guimerá?

Ir a Canarias siempre es una buena noticia... El teatro Guimerá es un lugar muy hermoso. No recuerdo las veces que he estado allí, pero son muchas. Al principio íbamos una semana y se establecía una gran familiaridad con la gente que trabajaba allí. En la taquilla trabajaba un señor que también lo hacía en el Heliodoro. Él se encargaba de casi todo: entradas, asistencia a los actores, pagos...

Funciones: 13 y 14 de enero.

Lugar: Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife.

Hora: 20:30.