Historiador, excronista de sucesos y escritor. Esas tres realidades las conoce bien el malagueño Juan Madrid (1947). La primera fue su apuesta universitaria, la segunda una de sus primeras experiencias periodísticas y la última el oficio que ejerce desde hace más de tres décadas y media. Amigo personal de Manuel Vázquez Montalbán y Andreu Martín, con el que comparte el Premio Negra y Criminal del Festival Atlántico del Género Negro-Tenerife Noir 2017, el creador de la saga "Brigada Central" -primera serie policial española que emitió TVE- cree que en "los lectores son los que deben saber separar la avena de la paja en el mercado de novela negra o policial", asegura el autor de la serie de Antonio Carpintero, alias Toni Romano.

¿Alguna vez imaginó que este género podría llegar a gozar de la buena salud que tiene en 2017?

Yo empecé a escribir novela negra en 1978, aunque la primera publicación no llegó hasta el año 1980 ("Un beso de amigo"). Entonces este género se consideraba como una especie de subliteratura, algo que nunca acepté. El grupo de amigos que nos embarcamos en esta aventura, entre los que ya estaban Andreu Martín y Manuel Vázquez Montalbán, teníamos que pedir perdón y hacernos perdonar por lo que estábamos haciendo. Sin embargo, poco a poco fue cristalizando un modelo de contar la realidad tan estrangulosa, fantástica y hermosa que es la buena literatura negra.

Ese triángulo literario (Vázquez Montalbán, Juan Madrid y Andreu Martín) es clave para entender la historia de la novela negra en este país, ¿no?

A Manolo lo conocí en Reims en 1980, aunque antes ya había iniciado mi amistad con Andreu Martín. Desde el principio se creó una relación que no solo era literaria, sino cultural... No parábamos de hablar, de beber, de discutir, de comer... Ese gran vínculo afectivo, que hace tiempo que yo no veo, también se forjó con otros amigos: ya no existe la fraternidad literaria del pasado.

¿Qué circunstancia puede provocar que un historiador se adentre en un mundo tan oscuro?

Yo estudié historia, pero nunca ejercí como historiador. El periodismo fue mi puerta de acceso al mundo literario...

¿Influyó su etapa como periodista de sucesos o de crónica negra?

Eso sí que tuvo algo más que ver (silencio)... Por mis ideas era difícil, más bien imposible, que escribiera en nacional o internacional. Al principio, cuando me enviaron a sucesos, me llegué a molestar porque era un destino que casi nadie quería, pero enseguida empecé a conocer un mundo que me fascinó. Aquella generación de periodistas lideró unas maneras de hacer suceso que ya no se ha hecho más, es decir, que a los lectores se contaban historias que permitían a los lectores descubrir el país. Caminé durante mucho tiempo al lado de la policía y eso me permitió conocer los lugares más recónditos del ser humano; espacios en los que todo se embrucete y la existencia se pone al límite. Estuve cerca de asesinos, huidos, ladrones... Pero también pude descubrir algo que ya sabía: las injusticias.

¿Ha conocido muchas injusticias?

Algunas he visto... Las terribles y tremendas injusticias de este país se palpan mucho mejor cuando eres un periodista de sucesos.

¿España es un país tan negro?

Es tan negro como cualquier otro. Todavía existen países más oscuros que España. Aquí aún gozamos de unas formas de vida más cercanas entre los seres humanos y nos permitimos el lujo de montar fiestas, verbenas y otros eventos enfocados a la diversión. Alguna vez sí que esas manifestaciones acaban mal, pero aún mantenemos unos hábitos no capitalistas que impiden que esto no sea Estados Unidos u Holanda. Yo vivo en un pueblo de Granada donde las cosas que pasan no tienen nada que ver con lo que sucede en un pueblo norteamericano o de centroeuropa.

¿Cree que la nueva realidad mundial, especialmente la vinculada con el terrorismo, cambiará algunos pilares de la novela policiaca tradicional?

Ese no es el problema... Un escritor debe estar muy atento y saber narrar lo que está ocurriendo en el mundo. En la novela policiaca, y también en otros géneros literarios, hay que manejar con habilidad las reglas establecidas para que todo no parezca excesivamente ordenado, es decir, que los malos no siempre sean los malos ni que los buenos acaben siendo buenos. La buena literatura, que es la que yo he intentado hacer desde la primera de mis novelas, es la que posibilita al escritor contar su verdad sin repetir los mismos esquemas del pasado.

¿Juan Madrid es uno de esos autores que se resisten a matar a uno de sus personajes fetiche, en su caso, Toni Romano?

La verdad es que me resisto, aunque hay veces que me llega a cansar y entonces quiero acabar con él. Lo que ocurre es que enseguida se instala en mi cabeza otra historia para Antonio Carpintero... Él tiene la misma edad que yo y eso es terrible. Toni tiene un álter ego mío que conoce muy poca gente que se llama Juan del Foro.

¿Antonio Carpintero está, pues, en manos de Juan del Foro?

Algunos críticos aún no se han dado cuenta, pero Del Foro es un novelista amigo de Toni Romano, que, además de ser su vecino, le ayuda a ambientar sus historias. Él es el que dice una serie de cosas en las novelas, porque Antonio Carpintero no puede defender un discurso cultural o sociológico... Me disgustan enormemente los personajes que hablan de como no son. Juan del Foro lo he sacado en casi todas mis novelas, pero no se ha dado cuenta casi nadie.

¿Hablando de personajes, qué sensación le produce la vuelta de Pepe Carvalho?

Recuerdo una confesión nocturna de Manolo en la que me dijo que "le fascinaría que no le olvidaran nunca". Lo dijo sinceramente y creo que escribir una novela con el estilo de Vázquez Montalbán, que no sé si eso es posible, es una manera de mantener vivo su recuerdo. Supongo que su vuelta obedece a una operación mercantil y eso no es de mi competencia.