La casa natal de Velázquez, en la que el genial pintor vivió sus primeros once años, ha sido corral de vecinos, centro de arte en los años setenta y taller de Victorio y Lucchino desde los primeros ochenta, para ahora ser entregada como dación en pago dentro del plan de liquidación de la empresa de los diseñadores.

La Casa de Velázquez, así identificada por una discreta placa de piedra en su fachada, se halla en uno de los callejones del centro de Sevilla, entre la plaza de la Alfalfa y la del Cristo de Burgos, donde Victorio y Lucchino establecieron su taller en la época de ''la movida'', en los primeros años ochenta.

La vivienda es un pequeño inmueble de formas discretas y apariencia humilde, propia de la arquitectura sevillana del siglo XVI que se destinaba a casa de vecinos.

La casa se salvó de la demolición en la década de los setenta al convertirse en el Centro de Arte M-11, donde se realizaron exposiciones de artistas de vanguardia en una iniciativa privada, algo casi insólito en una ciudad como Sevilla.

Después pasó a ser propiedad de los famosos modistos sevillanos Victorio y Lucchino, que efectuaron una remodelación del inmueble e instalaron allí su taller central.

Los diseñadores presumían entonces de trabajar en una de las casas más antiguas de la ciudad, que conservaba íntegramente su estructura, las crujías y los muros, con el interior adaptado a una actividad creativa, como era el diseño de moda.

En coincidencia con los Mundiales de Atletismo de 1999, los diseñadores suscribieron un convenio con el Patronato de Turismo de Sevilla para abrir su taller al público y que la casa de Velázquez pudiera ser visitada sin interrumpir el trabajo de los modistas, que también podría ser visto por los turistas.

"No queremos que la casa natal de Velázquez sea un simple museo expositivo, sino que esté lleno de vida", explicaron entonces los promotores de la iniciativa.

Pero si los diseños de Victorio y Lucchino han sido siempre brillantes -hasta el punto de que Armani los criticó diciendo que se copiaban de italianos y franceses- su gestión empresarial no ha parecido estar conducida con la misma brillantez.

La mayor tienda de ropa de la Plaza Nueva, de dos pisos y donde mostraban las creaciones que fabricaban en el Pabellón de Francia en la Expo 92, apenas la tuvieron abierta un par de años, mientras que la comunidad del edificio les ha estado reclamando decenas de miles de euros por el impago de sus obligaciones.

En 2012 varios proveedores de la marca solicitaron concurso de acreedores por impagos a la Agencia Tributaria, a la Administración Local y demandas ante el juzgado de lo social por impagos a los trabajadores, que también sufrieron un ERE.

En julio de 2015 se autorizó judicialmente la venta de sus marcas, existencias y dominios de internet por haber acumulado deudas de 9,5 millones de euros, de los cuales casi un millón es deuda con la Seguridad Social y 2,2 con la Agencia Tributaria.

En 1997 constituyeron con Puig la sociedad conjunta "Creaciones Victorio y Lucchino" para diseño de gafas, bolsos, bañadores y vestidos de novia, de modo que Puig se encargaba de la gestión y los sevillanos de la creación, algo que tampoco funcionó porque acabaron perdiendo su marca -sus propios nombres-, por las que pleitearon dos años más tarde en los tribunales.

En 2008, con motivo de la presentación de su colección en Cibeles, ambos diseñadores, que han tenido en Andalucía los mayores reconocimientos oficiales, diseñaron los uniformes de la Expo 92 y han vestido alguna figura de la Semana Santa sevillana, se quejaron del escaso apoyo de las autoridades a la moda:

"No me veo protegido por mi tierra, el tiempo pasa y no tenemos nada que agradecerle al Gobierno andaluz, absolutamente nada, ahí está el Boletín Oficial para ver quiénes tienen las ayudas", señaló Lucchino, mientras que Victorio lamentó que "Andalucía es la comunidad que menos ayudas da a la moda" recordando el respaldo al sector en Galicia o Madrid.