Unos lo conocen como "Sátur", el leal escudero del Águila Roja, otros lo asocian con el detective Robles -un rol que interpretó en "La isla mínima" que le dio un Goya y una Concha de Plata en San Sebastián- y, más recientemente, se dejó ver dando vida a Tomás de Torquemada en "Assassin''s Creed" o al mismísimo Generalísimo en la serie "Lo que escondían sus ojos". El pasado sábado estuvo nominado a otro cabezón de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España por su intervención en "El olivo", y esta tarde, a partir de las 19:00 horas, será el encargado de presentar un acto del Ciclo Gas Natural Fenosa de Cine Itinerante que programará en el teatro Guimerá la película "1898. Los últimos de Filipinas".

La del sábado fue una gala menos crítica con los políticos, pero repleta de datos sobre lo difícil que está hacer cine en España.

Este año no tienen motivos para quejarse. Hubo algún guiño, pero poco más. Fue una noche para centrarnos en nuestro trabajo y en las cosas buenas que están haciendo los profesionales que ponen en pie el cine español.

¿En qué punto cree que está su carrera como intérprete?

Yo me siento un privilegiado. El 92% de los actores que existen en España no pueden vivir de esta profesión. Sé que ahora mismo estoy en el saco de los actores y actrices que tienen la oportunidad de participar en buenos proyectos y que en ocasiones reciben alguna nominación a un premio. A veces, incluso, gano. Los que están fuera de este círculo saben que la realidad es dura de asimilar, pero todos los actores son conscientes de que sobre su cabeza tienen una espada de Damocles. Hoy tienes trabajo y parece que todo va bien, pero a veces deja de sonar el teléfono sin que te den explicaciones.

¿Está tan mal la industria como se está denunciando?

Ya llevamos unos cuantos años haciendo buenas películas, pero levantar un proyecto cuesta, no hay dinero y las televisiones suelen realizar unas apuestas por un cine muy concreto. Sobre todo, el que tiene garantizado unos ingresos en taquilla... No siempre el cine que a mí me gusta es el que tiene los apoyos suficientes para salir adelante. El público está respondiendo en taquilla y se empiezan a distinguir algunos gestos de complicidad por parte de la clase política. ¡A ver si cambia la cosa!

Un país que no cuida su cine, y de forma generalizada su tejido cultural, es un poco más pobre, ¿no?

Desdeñar la cultura es un acto gravísimo, pero todo comienza con un problema educacional. Hay que rentabilizar a los creadores de este país para que la marca España sea un reclamo. No hace falta que le hable de las ventajas que está consiguiendo Canarias gracias a sus excelentes localizaciones y equipos de rodaje. Tenemos que ser menos obtusos y aprovechar esas oportunidades.

¿Un papel como el que tuvo que interpretar en "Lo que escondían sus ojos" puede llegar a sobrepasar a la persona?

No deja de ser curioso estar en la piel de Franco y tener que despachar en El Pardo, pero fue un papel con el que me divertí... Soy consciente de que es un personaje que genera sentimientos contrapuestos, aunque en este caso se trate de una historia muy almibarada de un ciclo complejo que Nieves Herrero logró armar bastante bien en su novela. A veces puede parecer una locura, pero prefiero los personajes con aristas y te exigen mucho para llegar a dominarlos. Soy un actor y no me crea en un conflicto interpretar el rol de un dictador o de un asesino.

"El glamur de los Goya no es el reflejo de este oficio"

Javier Gutiérrez Álvarez (1971) no le hace ascos a nada que tenga que ver con el mundo de la interpretación. "Me gusta la televisión, el cine y el teatro... Siento ser algo cansino cuando digo que trabajar en lo que te gusta es un regalo, pero esa es la única realidad que yo conozco", dice el actor natural de la localidad asturiana de Luanco. Saturnino García, "Sátur", es consciente de la visibilidad que te ofrece una serie como "Águila Roja". "Yo trabajo para que los guionistas, los productores y directores piensen en mí como una opción a la hora de sacar adelante sus ideas. Si encima estás en una serie que no se cae al tercer capítulo, sino que permanece en pantalla durante ocho temporadas, la felicidad es máxima. Días como los del pasado sábado son muy bonitos de ver desde el salón de casa, pero no se engañen: esto es otra cosa", cuenta un artista criado en Ferrol (Galicia). "El glamur de los Goya no es el reflejo de este oficio. Sé que en general la cosa no está bien, pero el hecho de que salgas en la televisión no te convierte en una persona ajena a los problemas que sufre la ciudadanía".