Su cara se arruga de felicidad cuando habla de las anécdotas acumuladas antes de publicar "Los amores perdidos" (Plaza & Janés), una historia que vio la luz hace un año y que ahora regresa con una edición de bolsillo. "La mejor noticia es que los libreros no solo no la han descatalogado, sino que la siguen vendiendo en un formato más pequeño al que le han puesto el sello de bestseller", comenta un narrador acostumbrado a pelear por el día a día. "Hoy ya me siento escritor; no creo que sea una casualidad del destino", reivindica el lagunero Miguel de León en los cimientos de una conversación en la que recuerda que antes de novelista fue camarero, ferrallista -profesional que dobla y coloca los hierros para formar el esqueleto de una obra realizada con hormigón armado- pinche de cocina, repartidos de periódicos...

"No me asusta trabajar". Ese es el punto de partida que utiliza De León para empezar a armar su yo literario. "Primero fui un gran lector y mucho más tarde probé suerte como escritor. Con quince años no tenía dinero para comprar libros y la única salida era intercambiar novelas si conocías al quiosquero o tenías a un amigo con más recursos", rescata de un periodo en el que devoraba las historias del oeste escritas por Keith Luger y Silver Kane. De su etapa como empleado en un local ubicado en el Heraclio Sánchez de La Laguna data una relación que se inició con un desconocido con el que Miguel acabó teniendo una de esas relaciones que se consolidan entre un camarero y un cliente fiel. "Tenía problemas cardiacos y todos los días pedía medio whisky porque decía que le venía bien al corazón. Un médico de hoy le diría que aquello era una locura, pero ese señor mantenía su rutina mientras yo escuchaba en la radio un programa en el que se promocionaban Los Episodios nacionales (Pérez Galdós)... A él le extrañaba mucho que un joven se interesara por aquellos relatos radiofónicos en lugar de estar persiguiendo a las chiquillas en sus ratos libres".

Miguel de León habla sin censura de unos "horarios laborales interminables en los que se cometían atropellos e injusticias y en los que no había sitios donde ir a quejarte". El creador de El Terrero, escenario en el que transcurre la trama de "Los amores perdidos", asume que en los años sesenta lo único que se valoraba era rentabilizar un negocio. "Por la mañana servía cortados y bocadillos, por la tarde copas y por la noche era una discoteca", enumera segundos antes de confesar que el misterioso personaje era guionista del programa de radio que atrapó la curiosidad del camarero.

La fascinación que creó sobre De León la persona a la que servía metódicamente aquel extraño analgésico encontró su instante más álgido cuando este le aseguró que conocía a Miguel Oliveros Tobar (Keith Luger) y Francisco González Ledesma (Silver Kane). "Yo estaba flipando y antes de que aquel buen señor desapareciera me regaló un par de libros", revela el tinerfeño sobre dos títulos que aún conserva ("La isla del tesoro" y "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde"). El empujón definitivo llegó con el estreno en la gran pantalla de "El premio". Sí. La película en la que Mark Robson decide conceder el Premio Nobel de Literatura a Andrew Craig. "Yo quería ser como Paul Newman", avanza un autor que ya le está dando vueltas a las que será su segunda novela. "Viendo cómo se lo pasaba, las chicas guapas que tenía a su alrededor y la fama que acumuló con sus libros me di cuenta que ser escritor rendía mucho más que ser chapista", enumera un admirador confeso del universo de Gabriel García Márquez.

Deambulando sobre esa línea divisoria que separa la realidad de la ficción fue como De Miguel se dio cuenta de que "esto de escribir es algo muy serio... Un folio en blanco es un enemigo al que no siempre puedes llegar a derrotar y eso supone un reto", subraya en una fase de la conversación en la que el escritor vuelve a dar un salto al pasado. "Escribir me genera un sentimiento de libertad que no tuve en ninguna profesión anterior... No sé dónde voy a estar dentro de unos años, pero he aprendido a frenar el primer impulso de tirar a la papelera algo que escribí de lo que no me sentí orgulloso. La literatura requiere reposo".

La quietud que no tuvo Miguel de León el día que quemó una carpeta con varios relatos e ideas por culpa del desamor. "Hay cosas que se llevó el fuego que permanecen en la memoria, pero no sé si son recuperables en una futura novela", concluye un contador de historias que en un año de promoción el pulso creativo se aletarga y todo ocurre a cámara lenta. "La actualidad no me permitió estar centrado en una trama, pero ese periodo lo dedico a leer y, sobre todo, a buscar conexiones que me permitan volver a contar cosas como en Los amores perdidos".

Miguel de León

Autor de "Los Amores Perdidos"

Vea aquí la entrevista que concedió Miguel de León al programa "MMM" de El Día TV.