"Este es un libro en el que el monstruo lo tienes en casa y necesitaba que todos los habitantes de Vitoria sintieran ese terror". A partir de esa idea se impulsa "El silencio de la ciudad blanca" (Planeta), novela que ha posicionado a Eva García Sáenz de Urturi como una de los siete finalistas del III Premio Ciudad de Santa Cruz que se fallará en esta capital el próximo 18 de marzo, coincidiendo con la clausura del Festival Atlántico de Género Negro.

Esta es una novela en la que hay que sujetar bien las riendas de la acción para que la historia no salga desbocada, ¿no?

En un proyecto de este perfil el final tiene que cubrir las necesidades básicas de un lector de género negro y, por lo tanto, no se puede destripar antes de lo previsto, es decir, que a mitad de trama nadie debe saber quién es el asesino o asesina... Una de las claves es llegar al desenlace sin que se sepa su identidad, pero con una serie de indicios que te permitan hacerlo. Un escritor tiene que dejar satisfecho intelectualmente al lector. No me gustan las novelas de compás en las que pase lo que pase siempre acabas llegando a la misma resolución.

¿Vitoria, en este caso, es un personaje más en "El silencio de la ciudad blanca"?

Mi intención nunca fue crear una ruta por Vitoria, pero sí hilvanar con ella la trama de los asesinatos. Además de fusionar su historia con los personajes, quise presentarla como una víctima más porque lo que ocurre en la novela consigue perturbar la vida de sus 250 mil habitantes. El monstruo está en casa. Alguien está matando a gente de esta ciudad; a personas que tienen un apellido de esta ciudad. Necesitaba que todos trasladaran esa presión social al investigador. De él depende que se acaben los asesinatos...

Un investigador con una personalidad atormentada por varios golpes que le ha dado la vida y que se ve en medio de una trama dantesca. ¿Por ahí crece otro elemento de interés para los lectores?

En una historia de este perfil no pueden existir elementos de disgresión... El lector de género negro sabe identificar muy bien cuáles son las reglas del juego y eso significa que si no atas todos los cabos va a quedar una novela imperfecta... No quería un investigador virgen. Me gustan los personajes acostumbrados a cargar con historias duras en su mochila porque si es la primera vez que se enfrentan al drama, el sufrimiento o el odio van a tener menos recursos para salir airosos de esas situaciones.

¿Unai López de Ayala no es el típico investigador; tampoco un héroe al uso?

Él está herido, pero sabe que es un superviviente... Lo que ocurre es que con quien se enfrenta es mucho más listo que él y lleva 20 años planeando sus actos. No me atraen los investigadores con el perfil de Sherlock Holmes que todo lo resuelven con sobresalientes; Unai es de los que sacan notables. No quería poner al frente de la investigación a un superdotado porque eso podría dejar rezagado al lector por su inteligencia. Prefiero que perciban que a este señor no le llega para más...

¿Pero alrededor de esta sensación de duda, en ocasiones, crece la idea de que no será capaz de resolver el caso?

Pero esa espera del azar, a veces desesperante, es deliberadamente intencionada. Los asesinos en serie planifican muy bien los escenarios de sus crímenes, pero en ocasiones se confían y por ahí es donde los pillan en la vida real.

Una vez leí en una entrevista que le gustaban las tramas crudas. ¿Este es un buen ejemplo de esa atracción por los escenarios?

A pesar de escribir novela negra, siempre trato de ser lo más limpia posible... No me agrada meter sangre. Tanto en esta como en su continuación ("Los ritos del agua") yo mato sin sangre porque no me gusta lo "gore"... Tampoco las torturas o las novelas en las que se describen mutilaciones o en las que la violencia se muestra de forma explícita.

Cuando hablaba de frialdad me refería al componente psicológico que está muy presente en toda la trama de "El silencio de la ciudad blanca".

Sí, eso sí que está (silencio). Obviamente hay escenas llevadas al límite en las que es necesario que el lector perciba ese clímax. Es importante que se meta en el papel y que se crea de verdad lo que está leyendo.

¿Hay compromisos editoriales firmados que así lo indican, pero después de atenderlos se quedará en el lado oscuro o volverá a uno más claro?

Después de "Los ritos del agua" llegará otro título, que es el que estoy escribiendo ahora, que también será novela negra con un "flashback" de histórica importante. Para tener éxito en este género es necesario dominar unos mecanismos narrativos que en mi caso los aprendí con "La saga de los longevos". La grandeza de este oficio es que tú decides dónde te vas a meter el próximo año y medio.

Un oscuro paseo por Vitoria-Gasteiz

Una compleja cadena de violencia maparizada por Vitoria-Gasteiz. Eso es lo que percibe el lector cuando se enfrenta a los capítulos de "El silencio de la ciudad blanca" (Planeta). Salvando las distancias, y con un lenguaje obviamente distinto, existen unos puntos de encuentro con esos clásicos del cine en los que un investigador de perfil medio-alto trata de descubrir a un calculador y frío asesino en serie. Sáenz de Urturi se la juega encargando ese cometido a un ser con numerosas abolladuras emocionales que acaba en el epicentro de una trama en la que historia, lazos familiares y crímenes se ordenan en el callejero de una ciudad que tiene un brillo propio entre tantos contratiempos.