En una de sus intervenciones más complicadas y visiblemente nerviosa en diversas fases (traspapeló varias veces su discurso, lo que le hizo perder el hilo argumental y pedir disculpas), la consejera de Cultura y Turismo, María Teresa Lorenzo, volvió a defender ayer, sin embargo, los cambios en el Festival de Música de Canarias. Lo hizo, además, casi con vehemencia en distintos momentos y sin que le afectara, al menos en el fondo, las acusaciones de Josefa Luzardo (PP) de obtener un fracaso absoluto por empeñarse en hacer un uso partidista y mediocre de un evento que le daba prestigio exterior a Canarias y que ahora ha espantado al público más fiel y entendido.

Luzardo presentó esta interpelación a la consejera y le censuró en diversas ocasiones por no asumir las críticas ni reconocer los errores. Esgrimiendo, entre otras cosas, las publicaciones que antes salían en periódicos como el New York Times por la actuación en Canarias de la Sinfónica de Chicago, alerta de que los festivales de 2016 y 2017 no serán de "transición", tal y como había apuntado Lorenzo, y que ya no se apostará por el modelo anterior de primar a las grandes orquestas y referentes mundiales de la música clásica.

Además, le afeó que se incumpliera la promesa de rebajar el IGIC cultural al 3%, lo que ha impedido reducir también las entradas un 4%, criticó las pérdidas económicas y censuró que se mienta o maquillen las cifras de asistencia, por lo que solicitó que la Audiencia de Cuentas fiscalice lo ocurrido con "tantas invitaciones y regalos de entradas". Como ejemplo, aludió a una actuación en Breña Baja que había vendido solo 2 pases "hasta que se llamó a cargos públicos".

Por eso, pidió que un nuevo consejo asesor devuelva al festival a su prestigio previo y rechazó que se multipliquen las actuaciones en islas periféricas, no porque no deba ir el Festival a toda Canarias, "lo que ya se hacía antes", sino porque el modelo ideal no es ese.

Lorenzo negó que haya habido menos público. Según sus datos, que el PP no solo no comparte, sino que los cree simplemente falsos, se ha pasado de 23.000 a 30.000 espectadores, de los que unos 5.000 han contado con invitaciones. A su juicio, y en línea con lo que ocurre con la música clásica en el planeta, el festival "languidecía y daba síntomas de agotamiento". De hecho, dice que en 6 años ha perdido la mitad de sus seguidores y que urgía introducir cambios en busca de la supervivencia, con nuevos públicos y otro concepto global que dé cabida a más conciertos (resaltó que hubiese 88), con más protagonismo de los canarios, con obras de estilos más diversificados y desde el siglo XVI hasta las experimentaciones más vanguardistas, y con mayor descentralización en cada una de las Islas.

Una apuesta que no niega que sea arriesgada y que requiere tiempo, pero que no ha antepuesto los resultados en taquilla, sino la "proyección sociocultural y territorial". Aunque admitió que habrá pérdidas (se ha recaudado unos 350.000 euros), dijo que aún no cuenta con todos los datos de gastos e ingresos y que lo fácil habría sido ser conservadores y repetir el modelo anterior, si bien anunció una futura mayor simbiosis.