Cuando hablamos de la gala del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife todos estamos pendientes de quién la dirigirá, qué opinará un público cada vez más exigente, quién será el maestro de ceremonia, quién los vestirá -en 2017 los estilismos los decidió Leo Martínez- o si los trajes serán bonitos. Las candidatas juegan un papel importante, se preparan, pasean por los diferentes eventos y acuden a entrevistas en los medios de comunicación. Otros protagonistas son los diseñadores, que durante muchísimos meses se vuelcan en un proceso creativo tan complicado como apasionante.

El pasado miércoles, sobre el escenario del recinto ferial de la capital tinerfeña, el material que más presencia tuvo, sin duda, fue la silicona, no solo por haber sido el adhesivo más utilizado sino por haber salido a la luz cogiendo cientos de formas y miles de pliegues. José Yeray Díaz, que presentaba por primera vez una reina, presume de haber roto muchas pistolas -de silicona- que se disparaban para dibujar plumas de pavo real, panales de abejas, mantas, alas... Una técnica que ha perfeccionado en los últimos años, logrando que el 80% de su fantasía esté fabricada con este material. En otro punto, con muchísima experiencia, Santi Castro ofrecía una creación rica en elementos novedosos y técnicas para pintar en degradé diferentes fibras. La goma eva, que el año pasado tomaba todo el protagonismo, este año ocupó un segundo plano.

Los tubos de iluminación se vistieron con un tejido de efecto brillante para custodiar, en forma de lanza, a la candidata de Jonathan Suárez. Los fluorescentes tienen la flexibilidad que permite una puesta en escena dinámica y la altura proporcionada con los marfiles que rondaban los cuatro metros de altura.

Los textiles son fundamentales para cubrir y lograr acabados prácticamente perfectos. Las gasas o los encajes dan ligereza y al ser casi transparentes permiten el juego con las luces del escenario o de LED como hizo en esta ocasión Alexis Santana, quien además se decantó por un exquisito encaje de brujas perfilado con lentejuelas y cristales que daban fuerza a la fantasía. Por su parte, sin querer abandonar el tejido más sensual -el encaje-, David Hernández Páez partió del blanco impoluto hasta un azul indefinido pasando por el beige. El juego cromático también lo llevó a las técnicas de pintura que lograron dar realismo a los animales marinos que cortejaban a la candidata.

Jorge González hizo uso de plumas tintadas en los colores del fuego que resaltaron con los destellos de la escarcha -gruesa- dorada para hacer brillar a la reina del Carnaval 2017 como si se tratara de la diosa del sol.

El azul fue uno de los colores estrella. Casi en sintonía monocromática, Alfonso Baute logra la profundidad con un único color pero diferentes tonos. El ganador de la reina en la edición anterior, Daniel Pages, con la propuesta que hace en este color se decantó por materiales muy ligeros a la vez que grandiosos mientras que sus conocidos abanicos se vestían con los colores coloniales -malvas, azules, amarillos pálidos...- para hacerse con la primera dama. Esta última gama cromática fue una apuesta arriesgada, dejando a la vista que es tan posible como majestuosa. Los tonos empolvados fueron la apuesta de Eduardo Martín, quien en su afán de lograr algunos puntos de sofisticación hizo uso de la tela que está más en boga esta temporada: el terciopelo. La obra del ganador de la reina infantil y la cuarta dama de la reina adulta veía frustrada la sorpresa que pretendía con la pieza principal que llevaba la candidata a la espalda, elaborada en papel maché y corcho que no pudo apreciarse que estaba iluminada, pues se perdía con la fuerte luz que salía de los focos y que alumbraba el paso de las candidatas.

Los materiales naturales se pudieron ver, sobre todo, en plumas de faisán, avestruz, pavo real... En algún remate con los conocidos "plumachos" o en los paipai de palma que teñían de oro y rojo Rayco Ramírez y Javier Santana. Por su parte, soñando con las piedras preciosas que da la naturaleza, Borja Abreu -ganador de la Reina de los Mayores 2017- apostó por ofrecer solo una pincelada del color de las esmeraldas, inspirado en la que fue propiedad de Elizabeth Taylor, en los perfiles de las plumas que él y su equipo recortaron a mano. Abreu presentaba por primer año una candidata adulta, una joya que tenía las características de la colección de panteras de la firma Cartier. El jade tallado tuvo su momento de gloria cuando Tin Quintero, entre el nerviosismo de estrenarse como diseñador y la seguridad de su trabajo, ofrecía una obra donde resaltaban los materiales y técnicas más tradicionales.

Cuando se pretende ofrecer la imagen de poderío que tienen las piedras más ricas, una de las mejores apuestas son los espejos de colores, como hizo Caví Lladó, quien a la cola de su obra posaba tres imágenes traídas desde Tailandia, fabricadas a mano y por encargo para la ocasión. Tal vez los años de experiencia ayuden a los creativos a hacer apuestas arriesgadas, como lo hizo Expedita Hernández, quien colocó tejidos ricos del color morado que da solemnidad al vestuario de los obispos, traídos desde Inglaterra para esta ocasión. Compensando el colorido con la jovialidad propia del evento, la diseñadora más veterana optó por una falda similar a la de las bailarinas de las cajas de música cuajada de cristales de colores facetados. Más de 50.000 piedras-resina, cristal y plástico se podían contar en la fantasía, entre dorado y negro, que ofrecía Antonio Santos, quien también apostó por la técnica del escarchado tradicional sobre fieltro tanto para el vestido como para el tocado.