Una vez pasada la tormenta mediática sobre la 89ª gala de los Óscar, vamos a comentar uno de los títulos que se han ido de vacío. Si por algo será recordada "Jackie" será por la interpretación de Natalie Portman como Jackie Kennedy. Su impecable actuación le ha valido una nueva nominación al Óscar (premio que ya ganó por su rol en "Cisne negro").

Pablo Larraín tras su "biopic" sobre Pablo Neruda se adentra en otra figura histórica reciente, centrándose en los momentos inmediatamente anteriores y posteriores al asesinato de JFK en 1963. "Jackie" ofrece un nuevo punto de vista sobre uno de los hechos históricos más revisados de la historia del siglo XX en el cine, lo cual no es baladí, ya que hemos visto todo tipo de posibilidades, desde las teorías expuestas en "JFK", de Oliver Stone, hasta el punto de vista de la esposa del francotirador Lee Harvey Oswald en "Marina".

Aquí todo gravita en torno a Jackie Kennedy, su desconsuelo, cómo organiza el funeral (que pretende que esté a la altura del de Abraham Lincoln), sus dudas, su refinada apariencia, su enfrentamiento con Lyndon B. Johnson. Muestra tanto al mito como a la mujer en privado, para lo cual, se suelen emplear primerísimos planos.

A pesar de contar con una cuidada puesta en escena, un detallista vestuario (nominado al Óscar, obra de Madeline Fontaine), la música de Mica Levi (también nominada) que invita a la desesperación, y una notable interpretación de Natalie Portman, "Jackie" no deja de desprender cierto aire de telefilme de "qualité". Como anécdota cabe reseñar que cuenta con una de las últimas interpretaciones del recientemente malogrado John Hurt.