La gente ya sospechaba algo antes de que David Astorga comenzara la interpretación de "La donna è mobile". Por los pasillos del Mercado de Santa Cruz Nuestra Señora de África transitaba la tropa romana -un centurión y par de soldados- promocionando la puesta en escena de la ópera "Norma" en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. Los figurantes ofertaban un descuento del 15% por la adquisición de unas entradas ubicadas en un sector específico del espacio que gestiona el Cabildo. "Norma ya está aquí, acude a las funciones del 14, 16 y 18 de marzo", reproducía uno de los figurantes a través de un altavoz.

David Astorga se arrancó con el popular fragmento de "Rigoletto" (Verdi) desde el interior de una frutería. Al mediodía el termómetro acariciaba los 30 grados centígrados y una tímida brisa se dejaba sentir de vez en cuando en medio del sofoco. El problema es que con ella venía una fragancia a pescadería que transportaba a los asistentes a las inmediaciones de una cisterna clásica. Los sorprendidos clientes aplaudieron la interpretación del tenor.

La comitiva atravesó unas carnicerías, una tienda de exquisiteces y se detuvo justo delante de un negocio de vinos. En ese punto resonó la voz hueca de Milica Ilic. La soprano emergió desde un túnel que enseguida fue bloqueado por la guardia pretoriana. La cantante que ejecuta el rol de Clotilde en "Norma" se movió al compás de "Quando m''en vo" de la Musetta de "La Bohème".

Ilic buscó la conexión con los clientes del mercado con miradas cómplices, sonrisas y una gesticulación que se evaporó con la última nota. Los aplausos y el interés de unas señoras que se quedaron con ganas de ópera abrieron un silencio que no pudo enmudecer la duda de una ama de casa. "¿Esto es para ir al Auditorio?", se cuestionó antes de que uno de los integrantes de la comitiva le precisara que presentar uno de esos flyers a la hora de adquirir determinadas localidades -en las zonas A y B- le abarataría la compra.

El acto final se desarrolló bajo una carpa en la que aguardaba la llegada de público la asturiana María Zapata. Su hermoso y voluminoso vestido azul marino le concedía un trato diferenciador con respecto a sus compañeros que se hizo evidente cuando comenzó a cantar el "Casta diva". Alrededor de la cover de la grancanaria Yolanda Auyanet se concentró el grupo de transeúntes más generoso. Ellos aguardaron inmóviles el ocaso de la emblemática aria de Bellini. A diferencia de Astorga e Ilic, que cantaron a capella, ella si contó con una base musical grabada.